En 1988, Eduardo Matos propuso, a manera de hipótesis, que en el Templo Calendárico se localizaría un xiuhmolpilli, “atadura de años”, monumento conmemorativo del fin de un ciclo de 52 años, lo que explicaría por qué el edificio presenta en sus fachadas secundarias las tres primeras trecenas del tonalpohualli, el calendario ritual de 260 días. La fachada principal del templo cuenta con alfardas y escalinatas divididas por un enorme dado con una estructura circular de 3.20 m construida con lajas de pizarra dispuestas horizontalmente. A ella se encontraba adosada una pequeña estructura, también circular, construida con mampostería en las últimas épocas del recinto ceremonial. Francisco Hinojosa exploró el interior, para lo cual cortó la tapa que había sido consolidada por Eduardo Contreras en 1965, y localizó, a poca profundidad, los restos de la etapa anterior, con un piso de estuco muy pulido y con pintura roja, que en la parte posterior mostraba la huella de un elemento de base circular, quizá una escultura. Detrás del edificio abrió una cala de 2 por 6 m y descubrió los pisos de un complejo de tres habitaciones con hogares(tlécuil), que seguramente corresponde a la etapa anterior del Edificio W, también llamado el Palacio. En el desplante de la esquina suroeste del Templo Calendárico se abrió un pozo que permitió registrar el sistema constructivo, a base de pilotes de madera que sirvieron para cimentar el inmueble de forma homogénea, pues había sido construido parcialmente sobre el Altar N.
Tomado de Salvador Guilliem Arroyo, “Exploraciones arqueológicas en Tlatelolco, 1987-2007”, Arqueología Mexicana, núm. 89, pp. 46-52.