El Zócalo o Plaza de la Constitución estaba prácticamente delimitado cuando la ciudad de Tenochtitlan señoreaba en las riberas del lago de Texcoco. En este plano se ve, al sur del recinto ceremonial de Tenochtitlan, un gran espacio abierto, un par de construcciones y la palabra “Plaza”, y también se ve una acequia. Algunos datos arqueológicos apuntan a que ahí se instalaba el mercado o tianguiz de la ciudad. Plano de México-Tenochtitlan atribuido a Hernán Cortés. Digitalización: Raíces

En la época colonial, al sur de la plaza había un canal o acequia que servía como vía fluvial por la que, mediante canoas, se transportaban productos a ese lugar que, entre otras cosas, sirvió como mercado. La acequia se ve en la parte de abajo –cerca de unas formas cuadrangulares– y en ella navegan dos bergantines. Hay una glosa que dice: “Acequia de el agua por donde entra el bastimento”. Plano del centro de la ciudad de México en el siglo XVI. Francisco Guerrero, Archivo General de Indias. Digitalización: Raíces

La Plaza Mayor de la ciudad española se construyó en la explanada que estaba entre los palacios de los reyes mexicas. La plaza se volvió un centro, el cuadrángulo al que llegaban las principales calles y calzadas de la nueva urbe. Este arreglo urbano fue modelo para la construcción del resto de las ciudades del país. Anónimo, Plaza Mayor de México, ca. 1562-1566. Digitalización: Raíces

Desde la creación del espacio de la Plaza Mayor el comercio fue actividad fundamental. Los comercios indígenas se situaban bajo parasoles de petate y en tendejones de carrizo techados de paja en donde se vendía todo tipo de comestibles. En la parte inferior derecha se ven algunos de los tendejones muy cercanos a la picota en que se ajusticiaba a los delincuentes. La picota, 1650. Digitalización: Raíces

En las representaciones del espacio urbano como civitas, el principal centro de interés era lo humano de la ciudad, las actividades y fisonomía de sus habitantes. De esta imagen destacan una serie de puestos comerciales con techos de paja dispuestos en calles y El Parián, que está en la parte inferior, en cuyo interior se ve a los dependientes de los comercios y clientela. Cristóbal de Villalpando, sin título. Óleo sobre Tela. Digitalización: Raíces

Desde el Renacimiento y durante el Barroco las descripciones y las representaciones de ciudades se hacían como urbs, donde se mostraban sólo los edificios más importantes, calles y plazas de las ciudades sin personas, como se ve en este dibujo de la remodelación que se hiciera de la Plaza Mayor por órdenes del virrey Francisco Cajigal de la Vega. Anónimo, sin título, ca. 1760. Tinta y acuarela. Digitalización: Raíces

La sede de la autoridad colonial se estableció frente a la Plaza Mayor y en el costado sur del palacio se levantó el edificio de la Universidad. La institución había ocupado diversos lugares hasta que finalmente se asentó en un edificio frente a la Plaza del Volador, hoy Suprema Corte de Justicia. Anónimo, Planta y demostracion de como estava la Plaza mayor de esta Ciudad de Mexico..., ca. 1760. Dibujo a tinta y acuarela. Digitalización: Raíces

J. Antonio Prado (atribuido), La Plaza Mayor de México en el siglo XVIII, ca. 1769. Óleo sobre tela. Foto: Museo Nacional de Historia.

El Parián era una enorme construcción de madera que estuvo al oeste de la Plaza Mayor; su nombre derivaba del mercado de Manila, pues muchos tratantes de artículos de Filipinas tenían ahí sus puestos, tiendas o “cajones”. El Parián sobrevivió hasta el siglo XIX, y en esta imagen se distingue por el diseño a cuadros negros y blancos de la parte superior. Anónimo, La Catedral y el Parián, ca. 1780. Óleo sobre tela. Digitalización: Raíces

En 1788 se proclamó como rey de España a Carlos IV. El arquitecto Ignacio Castera y Bernardo Bonabia propusieron al virrey Revillagigedo construir y colocar en la Plaza Mayor la estatua ecuestre de ese monarca. En 1793, la Plaza Mayor había sido “reformada y hermoseada” por Revillagigedo. Anónimo, Vista de la Plaza mayor de Mexico, reformada y hermoseada por disposicion del Exmo. Sr. Virrey Conde de Revilla Gigedo en el año de 1793. Dibujo a tinta. Digitalización: Raíces

La plaza de México antes de la Independencia, 1797. Dibujante: Rafael Jimeno y Planes, Grabador: José Joaquín Fabregat. Digitalización: Raíces

José Joaquín Fabregat hizo en 1797 un hermoso grabado, basado en un dibujo de Rafael Jimeno y Planes, en el que se ve cómo quedó alojada la escultura. De ese dibujo se hicieron interpretaciones, como la que apareció en 1815 en París. Vue de la Grande Place a Mexico, 1815. Grabado a tinta y acuarela. Digitalización: Raíces

Theubet de Beauchamp, Vista de la Gran Plaza de México el 16 de septiembre de 1827 en la gran celebración del 17 aniversario de la Independencia de México, ca. 1827. Con este acto, el presidente Guadalupe Victoria libera a unos esclavos y reitera así la abolición de la esclavitud. Digitalización: Raíces

Después de que a la escultura de Carlos IV fuera removida de la Plaza Mayor, el arquitecto Lorenzo de la Hidalga presentó un proyecto para erigir un monumento a la Independencia. Pedro Gualdi, Vista de la Gran Plaza de México, ca. 1843. Litografía. Digitalización: Raíces

En 1823 se retiró de la Plaza de la Constitución la estatua ecuestre de Carlos IV y se planeó levantar en el mismo lugar un monumento a la Independencia, del que sólo se construyó el zócalo o base, que se ve en esta litografía publicada en 1855. De esa época es el otro nombre de la Plaza de la Constitución: Zócalo. Casimiro Castro, Jardín de la Plaza de Armas, 1855. Digitalización: Raíces

Las Casas Consistoriales o Palacio Municipal. 1856. Digitalización: Raíces

Desfile del Centenario de la Independencia frente a Palacio Nacional, 1910. Foto: Fototeca Nacional / INAH

Reunión en la Plaza de Armas a la llegada de Francisco I. Madero a la ciudad de México, 1911. Foto: Fototeca Nacional / INAH

En la década de 1920, en otro de los muchos intentos por “hermosear” y mantener la Plaza de la Constitución despejada, se colocó en cada una de las esquinas del cuadrángulo un Pegaso, que originalmente fueron fundidos para el Palacio de Bellas Artes. Foto: Fototeca Nacional / INAH

Celebración de la Independencia en el Zócalo, 1932. Foto: Fototeca Nacional / INAH

La Plaza de la Constitución ha sido el marco de los desfiles militares que cada 16 de septiembre celebran el inicio de la guerra de Independencia, como éste, de la década de 1940. Foto: Fototeca Nacional / INAH

La Plaza de la Constitución luce como un parque en la década de 1940. Las esculturas de Pegaso habían sido ya trasladadas al Palacio de Bellas Artes. Foto: Fototeca Nacional / INAH

El inicio de la Revolución se celebra con un desfile –como el que se ve de la década de 1940– de deportistas, algunos de los cuales se disponen para ejecutar movimientos de calistenia gimnástica, popularmente llamados “tablas gimnásticas”. Foto: Fototeca Nacional / INAH

El Zócalo ha servido para manifestar inconformidades con la autoridad desde la época colonial. Los jóvenes estudiantes de 1968 volvieron hacer suyo el espacio que por sí es de todos los mexicanos, como se ve en esta manifestación del 27 de agosto de 1968. Foto: Fototeca Nacional / INAH

Visitantes de la Plaza de la Constitución se protegen del sol bajo la sombra de la monumental asta de la bandera, 2000. Foto: Dolores Dahlhaus / Raíces