Fiestas a los muertos

Enrique Vela

Esta celebración que se lleva a cabo entre las comunidades indígenas distribuidas por todo México conmemora el retorno temporal de parientes y seres queridos. Las fiestas tienen lugar cada año a principios de noviembre, una época que también marca el término del ciclo de cultivo del maíz. Las familias facilitan el regreso a la tierra de las almas de los muertos colocando pétalos de flores, velas y ofrendas a lo largo del camino que conduce del cementerio a sus hogares. Los platillos favoritos de los difuntos se colocan en el altar y en las tumbas con flores y artesanías, como papel cortado. Los preparativos se hacen con toda antelación y con el mayor cuidado pues el rito es considerado de gran importancia, y en la medida que se le realice adecuadamente se cree que los muertos son capaces de traer prosperidad, por ejemplo, una abundante cosecha de maíz, o desgracias para sus familias. Este encuentro entre los vivos y los muertos reafirma el papel del individuo en la sociedad y consolida las lazos sociales en las comunidades indígenas. Estas celebraciones fueron inscritas en 2008 en la “Lista representativa del patrimonio cultural inmaterial de la humanidad” con el nombre de “Las fiestas indígenas dedicadas a los muertos”.

Imagen: Día de Muertos. Tzintzuntzan, Michoacán. Foto: Guillermo Aldana.

 

Enrique Vela. Arqueólogo por la ENAH, editor de la revista Arqueología Mexicana, desde hace 30 años trabaja en el ramo editorial.

Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:

Vela, Enrique, “Días de Muertos”, Arqueología Mexicana, edición especial núm. 77, p. 80.

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