En 2019, la Trecena 6 ce miquiztli o 1 muerte, ocurrió del 22 de junio al 4 de julio.
El sexto signo se llamaba ce miquiztli. Decían que éste era bueno, y en parte malo, esto es, que algunas casas tenía buenas y otras malas, como parecerá abaxo. Decían que este signo era de Tezcatlipuca. Los señores y principales eran muy devotos deste signo. Hacían ofrendas por su honra y derramaban sangre de codornices, y hacían otras cerimonias, cada uno en el oratorio de su casa, y en los oratorios de los calpules esto hacían, por ser este signo de Tezcatlipuca, al cual tenían por criador universal.
Todos en este día oraban con devoción y pedían serles hecha alguna misericordia, no solamente los señores, mas los hombres de guerra y los mercaderes y hombres ricos, y todos los que sabían que entonces reinaba el signo de Tezcatlipuca. Y decían que era malo porque aquellos a quien Tezcatlipuca había dado riquezas también entonces se las quitaban por algún desagradecimiento o soberbia que por ellas había tomado, y dábalas a los que le rogaban humilmente y suspiraban y lloraban por ellas.
Y por eso en todo lugar le rogaban, porque decían que sus dones no permanecían, sino que los mudaba de uno en otro.
Y decían que los que nacían en este signo eran bien afortunados. Eran honrados si eran devotos a su signo y si hacían penitencia por é1. Y si esto no hacían, perdían su ventura. Y por esto el mismo día que nacían le baptizaban y le ponían nombre, y convidaban a los niños, y les daban de comer para que supiesen el nombre del que había nacido, y le divulgasen a voces por las calles. Y si era varón el que nacía, poníanle por nombre Míquiz, o Yáutl, o Ceyáutl, o Nécoc Yáutl, o Chicoyáutl, o Yaumáhuitl. Dábanle uno destos nombres ya dichos, que eran todos de Tezcatlipuca, y decían que al tal nadie le podía aborrecer, nadie le podía desear la muerte. Y si alguno le deseaba la muerte, él mismo moría reinante este signo.
Nadie osaba reñir ni maltratar a sus esclavos. Todos los que tenían esclavos un día antes que comenzase a reinar este signo les quitaban las prisiones o colleras con que estaban presos y las xabonaban las cabezas, y los bañaban y regalaban como si fueran hijos muy amados de Titlacahuan. Y los dueños de los esclavos mandaban con gran rigor a todos los de su casa que no riñesen ni diesen pena a ningún esclavo. Y decían que si alguno reñía a los esclavos en estos días, que él mismo se procuraba pobreza y enfermedad y desventura, y merecía ser esclavo, pues que trataba mal al muy amado hijo de Tezcatlipuca. Porque decían que de nadie era amigo fiel Tezcatlipuca, sino que buscaba ocasiones para quitarle lo que le había dado. Y algunos, cuando perdían su hacienda, con desesperación reñían a Tezcatlipuca, y decíanle: “Tú, Tezcatlipuca, eres un puto y hasme burlado y engañado.” Y de la misma manera hacían cuando se les ausentaba un esclavo o captivo. Y si acontecía que el esclavo se libertaba y venía a prosperidad, y el que era señor de esclavos venía a ser esclavo, todo lo echaban a Tezcatlipuca, porque decían que él que había hecho misericordia del esclavo porque se lo había rogado, y había castigado al que era señor porque era duro con sus esclavos. Y el que de la servidumbre venía a prosperidad, hacía banquetes y daba mantas a sus convidados, y decían que esto le venía por haber nacido en este signo.
La segunda casa deste signo se llamaba ume mázatl. Decían que era mal afortunada y desventurada. El que en esta casa nacía ninguna buena fortuna tenía: era temeroso y cobarde y espantadizo; de cualquiera cosa se espantaba y temblaba.
La tercera casa deste signo se llamaba ei tochtli. Decían que esta casa era bien afortunada, y los que en ella nacían tenían de comer con muy poco trabajo. Decían que como los conejos se mantienen de cosas del campo y no trabajan por lo que han de comer ni beber, sino que en todo lugar lo hallan a la mano, ansí decían que los que nacen en este signo sin mucho trabajo son ricos.
La cuarta casa deste signo se llamaba nahui atl. Decían que era mal afortunada. Y los que en ella nacían decían que siempre vivían en pobreza y aflicción y tristeza. Nunca tenían contento ni alegría. Y si alguna cosa ganaban, todo se les iba dentre manos.
La quinta se llamaba macuilli itzcuintli. Decían que era mal afortunada porque era casa del dios del Infierno, que le llamaban Mictlantecuhtli.
La sexta casa se llamaba chicuacen ozomatli. Decían que era de mal afortunada. Los que nacían en estas casas no los baptizaban en ellas, mas difiríanlos para la séptima casa, que se llamaba chicome malinalli, y decían que la séptima casa de todos los signos era bien afortunada por causa del número séptimo. En esta casa los baptizaban y los ponían los nombres.
La octava casa se llamaba chicuei ácatl, y la novena casa, chicunahui océlutl. Decían que estas casas eran mal afortunadas. Y los que en ellas nacían eran desventurados y no los baptizaban hasta la otra casa siguiente que se llamaba matlactli cuauhtli.
Esta casa dizque remediaba la desventura de las pasadas; pero habían de hacer mucha penitencia para remediarse. Decían que la décima casa era bien afortunada, y los que en ella nacían eran venturosos en cosas de guerra y valentía; eran osados y animosos. La undécima casa se llamaba matlactlioce cozcacuauhtli. Decían que era bien afortunada. Y los que nacían en ella tenían larga vida y murían viejos.
La duodécima casa se llamaba matlactliomome olin, y la terciadécima se llamaba matlactliomei técpatl. Todas éstas decían que eran de buena fortuna en todos los signos, y los que en ellas nacían decían que eran bien afortunados. Desde la décima casa arriba decían que todas eran bien afortunadas, y los que en ellas nacían decían que eran dichosos.
Fray Bernardino de Sahagún, Historia general de las cosas de Nueva España, tomo I, 2000, pp. 367-370.
Vela, Enrique, “Trecena 7: 1 lluvia, ce quiáhuitl (16-28 de mayo, 2017)”, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 71, pp. 39-41.