Se requería el transcurso de 18 980 días nominales, equivalentes a un “siglo” de 52 años, para que se agotaran todas las posiciones posibles de un día cualquiera del tonalpohualli dentro del xiuhpohualli, y viceversa. En un ciclo de 52 años, que entre los nahuas pudo recibir el nombre de xiuhnelpilli o “atado de años”, cabían exactamente 73 tonalpohualli. También cada uno de los 52 años tenía su nombre propio, formado por un numeral de la serie 1-13 y por uno de cuatro signos diurnos; dicho nombre correspondía al de un día del tonalpohualli en determinada posición dentro del xiuhpohualli. Entre los nahuas del Posclásico los signos portadores de año eran tochtli, ácatl, técpatl y calli, mientras que entre los mayas del Clásico los signos portadores eran manik, eb, cabán e ik, equivalentes a los nahuas mázatl, malinalli, olin y ehécatl. Al cómputo resultante de la combinación cíclica entre el xiuhpohualli y el tonalpohualli se le suele llamar “rueda calendárica”.
Tomado de Rafael Tena, “El calendario mesoamericano”, Arqueología Mexicana, núm. 41, pp. 4-11.