No es posible entender la historia de nuestra especie si mantenemos las absurdas y antiquísimas calificaciones del mito como expresión prelógica y primitiva. Es necesario estudiarlo analíticamente, de preferencia a partir de enfoques específicos de las diversas tradiciones culturales, para justipreciar su papel y su importancia en el devenir del pensamiento humano. Este mismo análisis es indispensable desde el punto de vista hedonístico. Si nuestro deleite literario es grande frente a los relatos míticos, el placer de la lectura se potenciará al penetrar en las entrañas lógicas y estéticas de su producción. El relato podrá entonces conducirnos a las diversas concepciones del mundo, al entendimiento de armonías desconocidas del pensamiento humano. Por último –y este aspecto es fundamental en nuestro continente–, el estudio de la naturaleza del mito es un arma frente a las arremetidas ideológicas en contra de las minorías culturales. El gran capital, con sus más disímbolas máscaras, no ceja en su intento de apoderarse de los recursos materiales y de las conciencias de poblaciones a las que ha expoliado secularmente. Uno de los argumentos del gran capital ha sido el supuesto primitivismo de dichas minorías, que en gran parte se funda en la negación de los valores conceptuales del otro. La idea dominante de que el mito ajeno es falso pretende usarse en contra de las sociedades que es conveniente calificar como infantiles. Por su infantilismo –deduce– deben ser conducidas, protegidas paternalmente, enseñadas a aceptar que su forma de vida ya no es la adecuada en el orden mundial. Así razona –y miente, y expolia– el gran capital.
CONTENIDO
Alfredo López Austin, p. 8. El género mítico, p. 9. El personaje mayor de los mitos, p.13. Los incalculables personajes del mito, p. 17. Las figuraciones, p. 23. Las partes del aparato cósmico, p. 29. Llega Cristo al nuevo mundo, p. 34. Los hijos de Adán y Eva, p. 39. Los artefactos, p. 43. Los números, p. 48. Los personajes crueles, p. 52. Homshuk, p. 58. La versatilidad de los personajes, p. 62. Luna, p. 67. Los testigos, p. 72. Ye íxquich, p. 77. Para leer más…, p. 81.