Norte

En la época de la Conquista, la vasta región situada más allá del norte del río Lerma estaba habitada por grupos nómadas de cazadores-recolectores, a los que los pueblos del Centro de México llamaban chichimecas, y que, merced a esa movilidad y a su particular bravura, resistieron con más éxito que los pueblos sedentarios del área mesoamericana los embates de los españoles. Siglos atrás, parte de esa extensa región, también conocida como la Gran Chichimeca, estuvo habitada por pueblos sedentarios que no sólo poseían rasgos propios del área mesoamericana, sino que se encontraban plenamente integrados a ella. Esto ocurrió principalmente durante el Clásico (200-900 d. C.) y los inicios del Posclásico Temprano (900-1200 d. C.), cuando Mesoamérica alcanzó su mayor expansión hacia el norte. La colonización de la región norteña por sociedades con rasgos mesoamericanos parece haber estado ligada a una combinación de factores favorables, entre los que destaca un prolongado periodo de condiciones climáticas propicias para el cultivo de plantas y, con ello, de la vida sedentaria. Además de haber sido una eficiente vía para el tráfico de bienes y pautas culturales entre Mesoamérica y Oasisamérica, la del norte fue una zona en la cual se obtenían varios productos, principalmente de origen mineral, que eran muy apreciados por los pueblos mesoamericanos, como la turquesa proveniente de la zona de Altavista y el cinabrio de las minas de la Sierra Gorda, como El Soyatal. La región puede dividirse en grandes áreas, en las que se dieron distintos desarrollos locales. Una es la noroccidental, en donde predominó la cultura Chalchihuites, también comprende a los grupos de Guanajuato y Querétaro. En esta zona se originó una distintiva cerámica, la Coyotlatelco, que sería común en el Centro de México en la época posterior al colapso teotihuacano. Para 1350 d. C. esta área estaba prácticamente abandonada. La zona nororiental también albergó diversas culturas, entre ellas la del sur de Tamaulipas, en buena parte asociada a la cultura huasteca, , y la Sierra Gorda de Querétaro, en la que se localiza uno de los conjuntos de explotación minera de mayor envergadura de Mesoamérica, que propició el surgimiento de centros de grandes dimensiones como Ranas y Toluquilla. El proceso que condujo al abandono del Norte de Mesoamérica, en su mayoría ocurrido entre 900 y 1000 d. C., fue resultado de la combinación de varios factores, entre los que destaca un deterioro significativo de las condiciones climáticas que, al inhibir gradualmente las posibilidades de obtener cosechas suficientes para el sustento de la población, provocó el abandono paulatino pero constante de casi todos los asentamientos sedentarios. Para el Posclásico Tardío, la frontera norte del área mesoamericana coincidía con la del área en donde el régimen de lluvias era suficiente como para permitir el cultivo y la vida sedentaria. Aunque también es posible que la desestabilización de grandes centros, como Tula, al debilitarse los sistemas de intercambio haya ocasionado un reacomodo de las poblaciones de la región.

Tomado de Vela y Solanes, Arqueología Mexicana, Especial 5, Atlas del México prehispánico.