Se hablaba, por ejemplo, de una Tollan ecuménica, portentosa, donde había gobernado un hombre-dios, rey y sacerdote, que portaba en su interior el fuego divino de Quetzalcóatl y, por esta poderosa razón, usaba su nombre. A esta Tollan habían sucedido otras ciudades santas en el mundo.
Antes el mundo estaba habitado por los xantilmeh –cierta clase de seres, en apariencia similares a los humanos– que poblaban un mundo oscuro y húmedo, un mundo indiferenciado en el que no había día ni noche.
Los estudios arqueológicos realizados entre 1939 y 1968 fueron los orígenes de la irrupción de técnicas de otras disciplinas en la arqueología mexicana. Se perfeccionaron las técnicas de excavación ya empleadas y las maneras de fechar los objetos localizados en los trabajos arqueológicos.
El hallazgo de pendientes de caracol y colas de mantarraya grabadas con textos jeroglíficos es en extremo importante porque conforma el corpus más extenso de escritura maya -recuperado en Tabasco- relacionado con el autosacrificio y la transmisión de poderes de la clase gobernante del antiguo Comalcalco.
Para los antiguos mexicanos, ochpaniztli era la fiesta de las siembras, inicio de año, fiesta de renovación cuando se recreaba la tierra y se celebraba el nacimiento del dios del maíz.