En parte debe su bien ganada fama al cercano balneario de aguas termales que se encuentran en la cercana localidad de Santa María Amajac. De hecho, Atotonilco significa precisamente eso, “en las aguas termales”. Cuenta con variados atractivos de otro tipo como monumentos históricos, parajes naturales y una colorida e intensa vida pueblerina que incluye tradiciones populares y una muy sabrosa gastronomía que incluye, entre otros, platillos como: barbacoa, requintada, mole de guajolote, frutas de horno y panes.
Entre los monumentos históricos del municipio se encuentran varias ex haciendas y capillas. En la población de Atotonilco destaca el Ex Convento de San Agustín, construido por frailes agustinos en 1542 y notable por las pinturas del cubo de las escaleras. En estas pinturas se representa a San Agustín en animado debate con los grandes filósofos de la antigüedad (Sócrates, Platón, Aristóteles, Pitágoras, Séneca y Cicerón), lo que indica que en sus inicios el convento fue un centro para la instrucción de los religiosos.
En el Museo Comunitario el Jagüey se exhiben materiales sobre la historia y la naturaleza de la región. Los atractivos naturales abundan y entre ellos destacan, además de las aguas termales, el llamado Puente de Dios, una gruta que cruza el río Amajac, y la llamada, por la profundidad de sus aguas, la Presa sin Fondo.
Imagen: Ex Convento de San Agustín, Atotonilco el Grande. Foto: © Edgardo Soberanes Ángeles.
Enrique Vela. Arqueólogo por la ENAH, editor. Desde hace 30 años trabaja en el ramo editorial. Editor de la revista Arqueología Mexicana.
Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:
Vela, Enrique. “Zimapán”, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 112, pp. 74-75.