El proceso de producción de cestería y cordelería presenta notables variaciones en las distintas regiones del país, de acuerdo con las tradiciones artesanales y los materiales disponibles. Es posible, sin embargo, esbozar una base común que comprende pasos como los siguientes: identificación de las especies adecuadas por la clase de fibra que pueden obtenerse de ellas; recolección o cultivo, lo cual incluye el corte y primera preparación de la materia prima para su traslado al lugar donde se procesarán; preparación de la fibra, ya sea por medio de la extracción o por el sometimiento a procesos de secado; preparación para el tejido, que incluye el corte al tamaño adecuado, cuando es el caso el teñido y, muy importante, la humidificación, una condición esencial para manipular las fibras. El paso final es el tejido, es decir, el entrelazado o el enrollado de las fibras para lograr objetos de dimensiones y formas diversas.
De los tules se utilizan fundamentalmente los tallos, los que al igual que pastos y gramíneas sólo necesitan secarse. Las palmas y los carrizos deben ser cortados de tal forma que se obtengan las tiras con las características adecuadas para tejerlas.
Manos y pies son las principales herramientas en la cestería y la cordelería, si bien se utilizan instrumentos cortantes, agujas y punzones para procesar las fibras y para dar acabado a los objetos.
Si bien la forma final de los objetos de cestería es extraordinariamente diversa –en función de su tamaño, características formales, materia prima y decoración, por citar algunos de los rasgos prominentes–, en México las técnicas esenciales utilizadas en su confección son unas cuantas. Son cuatro, en opinión de Lorena Mirambell y Fernando Sánchez (2005): enrollada en espiral, entretejida, enlazada o cordada y trenzada. Cada una de estas técnicas básicas, fácilmente reconocibles por su apariencia, presenta variedades en cuanto a los detalles en el tejido, los soportes, los acabados, de bordes y orillas, y la decoración. El trenzado es una técnica bastante común y con ella se elaboran artículos como cestos y petates. Según Mirambell y Sánchez (2005, p. 163): “todos los elementos son semejantes y presentan el mismo grado de flexibilidad, aunque pueden emplearse distintos y estar constituidos por tiras largas y anchas de diversos materiales y en general son planos. Los elementos activos (trama) pasan sobre y bajo uno o más de los pasivos (urdimbre) en ángulo de aproximadamente 90º”.
Enrique Vela. Arqueólogo por la ENAH, editor, desde hace 30 años trabaja en el ramo editorial.
Vela, Enrique (Selección de textos e iconografía), “Elaboración de cestería y cordelería en México”, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 91, pp. 40-70.