La necesaria irrupción en el pasado

Eduardo Matos Moctezuma

Howard Carter y Tutankamon

Juan Villoro, excelente escritor y conocedor de la arqueología, escribió acerca de mi persona y comenta:

En un artículo sobre los desafíos de su profesión, el arqueólogo se refirió al momento crucial por el que han pasado muchos de sus colegas. De pronto un hueco se abre y una linterna atraviesa el umbral del tiempo. En ese texto pone el ejemplo de Howard Carter, descubridor de la tumba de Tutankamon, el más gris de los faraones, muerto a los 18 años, que sólo adquirió celebridad cuando se conocieron las suntuosas ofrendas que habían sido concebidas para consumo exclusivo de los dioses (Villoro, 2022).

En efecto, en mi libro Grandes hallazgos de la arqueología (Matos, 2013), hago alusión al encuentro de diversas tumbas como la de Tutankamon (Howard Carter); la del emperador chino Qin Shi Huang Di (un grupo de arqueólogos chinos); la tumba de Palenque (Alberto Ruz); la Tumba 7 de Monte Albán (Alfonso Caso), y hablo acerca del Templo Mayor de Tenochtitlan (Leonardo López Luján).

La razón de publicar el libro fue que, como dije en el epílogo del mismo al referirme a los personajes que yacían en sus tumbas: “Su inmortalidad se alcanzó cuando el arqueólogo logró penetrar en su morada final y dio a conocer lo encontrado. El mismo arqueólogo marcaba su propio destino y la fama del individuo muerto se unía a la del individuo vivo que, en cierta forma, volvía a darle vida al primero al revelar los detalles de su tránsito terrenal” (Matos, 2013).

Es la irrupción, irreverente pero necesaria, que los arqueólogos hacemos al penetrar en el pasado…

Imagen: Alberto Ruz durante la exploración del sarcófago de Pakal II. Foto: Archivo Técnico de la Coordinación Nacional de Arqueología, INAH.

Eduardo Matos Moctezuma. Maestro en ciencias antropológicas, especializado en arqueología. Fue director del Museo del Templo Mayor, INAH. Miembro de El Colegio Nacional. Profesor emérito del INAH.

Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:

Matos Moctezuma, Eduardo, “Howard Carter y Tutankamon”, Arqueología Mexicana, núm. 177, pp. 82-83.