Se caracteriza por el surgimiento de varias culturas que ocuparon los espacios políticos y comerciales que dejó vacíos Teotihuacan. El Epiclásico se distingue por la proliferación de estilos regionales derivados de la ausencia de un poblado hegemónico, así como por el surgimiento de nuevos centros de poder, cuyo esplendor sería relativamente corto si se compara con la larga duración de capitales como Teotihuacan y Monte Albán. A diferencia del periodo anterior, en éste las representaciones bélicas no son raras; de hecho, algunas de las principales ciudades, como Xochicalco, Cacaxtla y Teotenango, se encontraban en posiciones estratégicas, sobre la cima de cerros, y contaban con elementos defensivos que las hacían menos vulnerables. Ante la obvia inestabilidad y el clima bélico prevalecientes en la época, en su mayoría las ciudades del Epiclásico decayeron hacia 900 d.C.