“Arqueología Mexicana” y sus 35 obras maestras

Un número excepcional

Un número excepcional -el más reciente de esta publicación que por 28 años ha mantenido, sin descanso y sin bajar la guardia, la información especializada y al día sobre la disciplina-, es una selección privilegiada de obras maestras prehispánicas.

Se debe al arqueólogo Enrique Vela, quien acredita dos fuentes modelo para su antología: para la portada, el ''famoso diagrama" de Miguel Covarrubias de 1957 que “muestra la influencia de la evolución, a partir de máscaras olmecas, de las representaciones de los dioses de la lluvia en las culturas de épocas posteriores. Y para el título, su referencia es un libro de Ignacio Bernal, Cien obras maestras del Museo Nacional de Antropología.

Explica Vela en su texto introductorio. “Ocho apuntes”, la metodología para la insospechadamente compleja tarea de escoger las 35 obras que componen sus preferencias, que “una obra maestra no es la pieza, en sí, es su contenido cultural”. Y por ello, deduce, “en la selección que aquí se presenta se encontraran lo mismo piezas emblemáticas famosas por su calidad que creaciones intangibles de la mayor importancia, como las lenguas indígenas”.

No sin antes discernir entre la arqueología y la belleza, ya que Bernal había sostenido su elección explicado así por Vela: “EI enfoque y la discusión se centran en los atributos estéticos de las obras presentadas y en el lugar de las obras prehispánicas en el arte universal, se cuela su posición como el arqueó1ogo que era”. Y cita a Bernal en su propia justificación: “Fuerte es además el deseo profesional para un arqueó1ogo de elegir piezas estéticamente inferiores pero de gran importancia como documentos. Con dolor excluí muchas que son fundamentales para clarificar cronologías o explicar relaciones entre culturas, pero carecen de valor estético.” Así, Vela apunta su propósito personal: “En esta edición intentaremos caminar en otro sentido, uno a caballo entre las piezas que están en el imaginario colectivo. como ‘nuestras obras maestras’, y otras menos conocidas pero igualmente significativas y, por que no decirlo, bellas.”

Es un espíritu lúdico el del nuestro antologador, pues se permite indicar con franjas de colores otras piezas que tienen relación con la principal: la rosa para referirla a su procedencia y cronología, la amarilla con otras que comparten forma o función, y la azul por su similitud al mismo ámbito cultural, “por ejemplo, que son dioses del mismo tipo H. No se enlistaran aquí desde luego, las 35 obras ... Claro. están algunas que vienen inmediatamente a la mente, como La Piedra del Sol. Pero las sorpresas abundan ... un códice, por ejemplo, una maqueta de Nayarit, un contorsionista de Tlatilco.

Tomado de “Revistero”, en Proceso, núm. 2323, 9 de mayo de 2021.