Restauración del templo de San Lorenzo Mártir

El primer edificio de la orden dominica en Chiapas

Los zinacantecos vuelven a contar con el Templo de San Lorenzo Mártir, uno de los espacios sagrados más preciados de esa comunidad tzotzil. La parroquia y el ex convento son  considerados el primer edificio de la orden dominica en Chiapas, de ahí la importancia de su rehabilitación luego de que en septiembre de 2017, tras el sismo del día 7, se registraron fisuras, grietas y desprendimientos de aplanados en sus muros; colapsó de la espadaña, torres campanarios y cubierta, esta última en un 30 por ciento, además del deslizamiento de las tejas.

Los primeros trabajos de restauración consistieron en la inyección de grietas, trastejo, reconstrucción de coro, reestructuración de espadaña, consolidación de aplanados y reintegración de elementos decorativos. La segunda fase implicó la reconstrucción, restauración y consolidación de elementos y sistemas constructivos y estructurales, acabados y ornamentos.

Este templo es significativo porque fue entregado a la orden dominica por el célebre fray Bartolomé de las Casas —quien denunció los abusos a los que eran sometidos los indígenas de esta zona, Los Altos de Chiapas—, según consta en una escritura fechada en 1546. En este inmueble, a modo de préstamo, dejó su librería y alhajas de casa, entre ellas dos relojes grandes.

El supervisor de la obra, el arquitecto Antonio Vega Rangel, hizo hincapié en el profesionalismo del personal del INAH en la dictaminación sobre las afectaciones de la iglesia, así como en la elaboración del proyecto de reconstrucción y reestructuración, el cual fue ejecutado por una empresa especializada respetando la historicidad del inmueble, retomando el sistema constructivo y los materiales de fábrica originales.

Mientras una sonora banda cruzaba el umbral del Templo de San Lorenzo Mártir y la gente de San Lorenzo cargaba grandes canastas de rosas rojas y girasoles para ofrecerlas a su patrono, las autoridades eclesiásticas señalaron que desde el primer momento, pasado el evento sísmico, la comunidad se dio a la tarea de rescatar y custodiar sus bienes muebles, entre ellos sus campanas y 35 imágenes religiosas.

Con información de la Dirección de Medios de Comunicación del INAH.