Eduardo Suárez García
A menudo, cuando los arqueólogos descubren algún entierro humano, fijan apelativos a las osamentas en alusión a sus primeras características observadas, como la Reina Roja de Palenque, hallada con un recubrimiento de cinabrio que dio a sus restos óseos un intenso color carmesí; o bien, dándoles nombres en razón de los sitios donde fueron encontradas.
Como el caso del esqueleto de Naia, la joven descubierta en el Cenote Hoyo Negro de Tulum, al cual se le ‘bautizó’ en honor de las náyades, deidades mitológicas griegas que resguardaban a los cuerpos de agua dulce.
Un caso reciente es el de la “Señora SAS”, un esqueleto femenino hallado, a inicios de abril pasado, como parte del ‘salvamento del área de sanitarios’ de Palenque, durante las obras del Programa de Mejoramiento de Zonas Arqueológicas (Promeza).
Así, lo que se dio como un comentario espontáneo del director del Proyecto Arqueológico Palenque, Arnoldo González Cruz, ha ido adoptándose dada su practicidad en el fragor de las excavaciones y por la economía del lenguaje.
De forma preliminar, comenta el osteoarqueólogo del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, Luis Núñez Enríquez, los restos óseos de la Señora SAS, reconocida como del sexo femenino debido a la morfología de su pelvis, datan del periodo Clásico Tardío maya (750-850 d.C.) y presentan limado en los dientes e incrustaciones de piedra verde en, al menos, cuatro frontales y un canino.
Aunque es claro que en vida esta persona tuvo deformación craneal, una de las prácticas culturales de modificación corporal más comunes en la época prehispánica, es complicado determinar si esta es de tipo tabular erecta o tabular oblicua, debido a que su cráneo colapsó hacia su interior.
“Estos descubrimientos siempre son especiales para cualquier arqueólogo. Por ejemplo, recuerdo que llegaba al campamento desde otro de los frentes y me empezaron a gritar: ‘¡ya salió!, ¡ya salió el entierro!’”
Tras atravesar, prácticamente, corriendo el espacio entre el campamento y el área donde se construirán los nuevos sanitarios, Luis Núñez evoca el modo en que, poco a poco, a pesar de que en el sitio había una considerable multitud formada por arqueólogos, trabajadores y algunos custodios de la zona, el silencio que acompañó el momento de la revelación del esqueleto se hizo abrumador, como si la selva hubiera también ordenado a los saraguatos y a las chicharras contener sus alientos.
Otro de los hallazgos arqueológicos en Palenque, derivados del Promeza, es una estructura adyacente al área de sanitarios, donde se ubicó a la Señora SAS, de allí que los arqueólogos Carlos Miguel Varela Scherrer, Edgar Rogelio Vázquez López y Wenceslao Urbina Cruz, adscritos al citado proyecto de investigación, no descartan una asociación entre la arquitectura y el esqueleto de la antigua mujer maya.
Con una extensión conservada de 18 metros de largo, lo relevante de este inmueble está en la abundancia de elementos líticos hallados y, frente a las decenas o centenas de tales materiales que se suelen encontrar en contextos rituales o habitacionales de la otrora Lakamha'.
El tamaño del inmueble y la cantidad de herramientas de piedra o sus vestigios, algunos de los cuales muestran todas las etapas de trabajo –desde materiales en bruto hasta herramientas terminadas–, hacen suponer que se trata del primer taller lítico identificado en Palenque.
Este par de descubrimientos, asociados al proyecto Tren Maya, se suman a las cifras de los materiales hallados en los salvamentos arqueológicos efectuados directamente en el trazo y la zona de amortiguamiento de la megaobra que, al corte del pasado 21 de junio de 2022, ascienden a 23,778 inmuebles (unidades domésticas, albarradas, nivelaciones o basamentos piramidales); 1,334 elementos muebles (herramientas líticas o piezas cerámicas, entre otras); 373 entierros humanos; 305 vasijas cerámicas completas en proceso de análisis y restauración, y 775 rasgos naturales asociados a contextos naturales (cuevas, pozos, cenotes).
Imagen: Izquierda: Trabajadores choles y tzeltales colaboran en las obras del Promeza en Palenque. Foto: Mauricio Marat, INAH. Derecha: Restos óseos de la Señora SAS in situ. Foto: Carlos Varela, Proyecto Arqueológico Palenque, INAH.
Para leer más…
Adame, Aldo, Historias de aluxes, INPI, 2019.
Boletines de prensa del Instituto Nacional de Antropología e Historia: 525 y 621, 2021; 181, 2022.
Boletines de prensa del Fondo Nacional de Fomento al Turismo: 43 y 57, 2021; 01, 2022.
Eduardo Suárez García. Licenciado en Comunicación por la FES Acatlán, especializado en periodismo cultural. Reportero de la Coordinación Nacional de Difusión del INAH desde 2016.
Eduardo Suárez García. Licenciado en Comunicación por la FES Acatlán, especializado en periodismo cultural. Reportero de la Coordinación Nacional de Difusión del INAH desde 2016.