Tras los bastidores del Tren Maya

El día a día

Eduardo Suárez García

Con el sol empezando a clarear, antes de las siete de la mañana, cientos de trabajadores, entre albañiles, transportistas y soldadores, además de jefes de obra, ingenieros, arquitectos, arqueólogos, biólogos y demás especialistas, llegan poco a poco a los distintos frentes de trabajo –tendidos de vías, estaciones, paraderos turísticos o áreas de servicios– que se tienen abiertos en los cinco estados del sureste del país que recorrerá el Tren Maya.

Iniciar las labores al despuntar el día permite avanzar un poco sin recibir el impacto pleno del sol, de modo que, hacia las tres horas pasadas del meridiano, cuando en promedio y con excepción del personal de vigilancia, muchas de las áreas quedan nuevamente vacías, se habrán evitado algunas de las horas más calurosas de las tardes en Chiapas, Tabasco, Campeche, Quintana Roo y Yucatán, en las cuales, con frecuencia, el termómetro rebasa los 30 o 35 grados centígrados.

En la Zona Arqueológica de Palenque, en Chiapas, la cita diaria para el equipo de colaboradores es en el espacio donde convergen el campamento y la bodega de materiales, al norte del antiguo asentamiento.

Allí, los trabajadores choles y tzeltales, provenientes de ejidos cercanos como El Naranjo o Adolfo López Mateos, se colocan sus chalecos, cascos y otros implementos de seguridad, dando un primer trago a sus cantimploras llenas de agua o pozol –bebida tradicional hecha a partir de cacao y maíz– antes de retomar el avance del día previo.

Palenque es justamente uno de los sitios abiertos al público por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), beneficiario del Programa de Mejoramiento de Zonas Arqueológicas (Promeza), cuyo objetivo es fortalecer este tipo de lugares que verán incrementada su visita con la operación del Tren Maya, en virtud de su proximidad con esta ruta que conectará los destinos turísticos del sureste mexicano.

Esta iniciativa abarcará 21 zonas arqueológicas, como Edzná y Calakmul, en Campeche; Chichén Itzá y Dzibilchaltún, en Yucatán, o Cobá y Tulum, en Quintana Roo, por citar solo algunas. Su finalidad es mejorar la infraestructura de servicios sanitarios, tratamiento de aguas, taquillas, andadores e instalaciones eléctricas, acciones que van acompañadas de labores de salvamento arqueológico en los casos donde se renuevan o se construyen inmuebles contemporáneos.

La prioridad es que toda nueva infraestructura se levante en lugares ya ‘impactados’ por construcciones, como bodegas u oficinas caídas en desuso o que necesiten una renovación total. Así, se evita al máximo la afectación de áreas con probable presencia de vestigios.

Dos grandes rubros más del Promeza son: el asociado con la instalación de señalética que incorpore nuevas tecnologías, elementos de accesibilidad y contenidos multilingües en maya, español e inglés; y la creación de dos museos nuevos, uno en la Zona Arqueológica de Chichén Itzá, y otro dedicado a la Ruta Puuc, en Yucatán.

Para leer más…

Adame, Aldo, Historias de aluxes, INPI, 2019.

Boletines de prensa del Instituto Nacional de Antropología e Historia: 525 y 621, 2021; 181, 2022.

Boletines de prensa del Fondo Nacional de Fomento al Turismo: 43 y 57, 2021; 01, 2022.

Eduardo Suárez García. Licenciado en Comunicación por la FES Acatlán, especializado en periodismo cultural. Reportero de la Coordinación Nacional de Difusión del INAH desde 2016.