En efecto: la revista Arqueología Mexicana cumple 25 años de haber salido a la luz pública y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) fue creado en 1939 por el presidente Lázaro Cárdenas, por lo que el próximo año cumple 80 de existencia. ¿Por qué recordar ambas efemérides? La razón es sencilla: el INAH cumple una función de investigación, conservación y difusión, además de ser formador de nuevos cuadros de investigadores en las diferentes ramas antropológicas y de especialistas en restauración que cumplen un objetivo fundamental: conservar el pasado prehispánico, colonial e histórico del país. El caso de Arqueología Mexicana es muy peculiar: es un medio de difusión invaluable que viene cumpliendo su misión desde hace un cuarto de siglo. Siempre he pensado que es necesario conmemorar acontecimientos significativos en el devenir de México, y estas dos coincidencias se unen para tal fin.
El INAH
En los momentos que se vivían después de la lucha armada de la Revolución Mexicana se puso atención en aquellos sectores desprotegidos del país que por muchas décadas, y aun siglos, habían permanecido como sujetos de explotación por los diferentes regímenes, tanto coloniales como del México independiente y moderno. Uno de estos sectores era el mundo indígena y las múltiples manifestaciones que en el pasado se habían expresado a través de una cosmovisión singular, una concepción del mundo que se veía representada en sus ciudades que, como Monte Albán, Teotihuacan, Tajín y muchos de los centros mayas, en no pocas ocasiones se erigieron a imagen y semejanza del cosmos. La etapa colonial, síntesis de la confrontación entre dos maneras de percibir el universo, cobraba especial significado en sus obras materiales y de otra índole. La Independencia lograba volver a retomar el pasado para trasladarlo al presente y así quedaba plasmado el símbolo de Tenochtitlan –el águila parada sobre el nopal– como representación de una nación.
Toda esta historia requería ser investigada, analizada y conservada. Esta necesidad tomó forma en el surgimiento de dependencias que se abocaron a ese fin. De esta manera surgió el INAH como institución que atendería los diversos aspectos relacionados con el estudio del hombre en sus variadas etapas de desarrollo, desde el más remoto pasado hasta el presente, además de atender la conservación de los vestigios materiales e intangibles de aquel pasado y de ese presente. Han sido 80 años de labor fructífera que han resultado en un conocimiento más profundo de nuestra propia historia.
Arqueología Mexicana
Sólo repetiré lo que dije hace algunos años en el Museo Nacional de Antropología, al conmemorarse los diez años de la revista. Fue en abril de 2003 cuando en aquella sede emblemática de la antropología mexicana expresé:
Fue un paso trascendental, histórico, para nuestra arqueología. De la lectura que antes se hacía por parte de un número restringido de lectores especializados acerca de la disciplina, ahora ésta se abría a los ojos de todo el que quisiera asomarse a la ventana del tiempo. Se lograba así un viejo anhelo que estaba latente en cada uno de nosotros: que las investigaciones sobre el pasado pudieran ser conocidas por un público mayor. Es cierto que los museos juegan un papel preponderante en este aspecto, pero también es cierto que una disciplina en constante actividad necesitaba de formas de expresión inmediata. Teníamos , como profesionales, esa deuda pendiente. El público tenía derecho a acceder a ese conocimiento. Nosotros, el deber de proporcionárselo… Hoy nos congratulamos de que exista el medio adecuado para hacerlo. Se llama Arqueología Mexicana (Matos, 2003, p. 168).
Eduardo Matos Moctezuma. Maestro en ciencias antropológicas, especializado en arqueología. Fue director del Museo del Templo Mayor, INAH. Miembro de El Colegio Nacional. Profesor emérito del INAH.
Moctezuma Matos, Eduardo, “25 y 80 años” Arqueología Mexicana, núm. 154, pp. 86-87.
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