Manila: centro cosmopolita y puente de intercambio
Al puerto de Cavite arribaban barcos de diferentes localidades de Asia. Antonio de Morga (2007) refiere que en ocasiones arribaban hasta 30 navíos cargados de mercancías, provenientes de China, Japón, Borneo e India, entre otros lugares. Las mercancías eran trasladadas a la ciudad de Manila para ser comercializadas en el parián del mismo nombre.
La actividad comercial duraba alrededor de tres meses, desde que las embarcaciones hacían su entrada, descargaban, trasladaban y comerciaban los productos, hasta que salían de la bahía de Manila. Pese a que inicialmente el interés de los españoles era sólo por las especias, recibieron con gran agrado el comercio de muy variados productos. Los primeros juncos chinos llevaban muestras de las mercancías a fin de conocer el gusto de los españoles, y durante los siglos xvii y xviii se mandarían hacer objetos al gusto de los clientes, ya se tratara de religiosos en busca de obras suntuarias o de familias aristócratas que solicitaban vajillas de porcelana, todo lo cual se incluía en los inventarios de bienes.
Productos en la Ruta Transpacífica
A bordo de las embarcaciones se llevaban las vituallas para la tripulación; la correspondencia, que en ocasiones daba cuenta de los sucesos ocurridos en las islas; los materiales necesarios para las reparaciones que sufriera la nave durante el trayecto, como el hilo para las velas y clavos, plomo y cera para calafatear, entre otros, así como armas para proteger tanto a la embarcación como a la tripulación y pasajeros. Mucho se ha escrito sobre el valor y lo exótico del cargamento. Los productos que se embarcaban debían ser registrados en los libros de sobordo y embalados para resistir el viaje. Se transportaban especias como canela, clavo y pimienta; piezas de porcelana como platos, tazones, tazas; vasos de cobre y hierro colado; vestimentas y ropas de cama, así como telas crudas como la seda, terciopelos, damascos, rasos; clavazón de todo tipo; además de cuchillos, cera blanca y amarilla, animales exóticos y muebles (escritorios, camas y sillas), algunos con incrustaciones de nácar o laqueados.
Imagen: En los siglos XVII y XVIII se hicieron en Asia objetos suntuarios al gusto de los clientes españoles, entre quienes estaban órdenes religiosas y familias aristócratas. Fondo de un tazón de porcelana con animal mitológico. Plato de porcelana con dibujo de un ave fénix. El arcángel San Miguel y el demonio. Talla en marfil policromo. Museo Nacional del Virreinato. Fotos: Marco Antonio Pacheco / Raíces, Patricia Carrillo.
Luz María Mejía. Investigadora en arqueología e historia. Ha participado en diversos proyectos de la Subdirección de Arqueología Subacuática, así como en el de El Canal de la Perla en Torreón, Coahuila, donde realizó parte de la investigación histórica. Coordinadora mexicana del “Proyecto Galeón de Manila”.
Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:
Mejía, Luz María, “El Galeón de Manila. La ruta transpacífica”, Arqueología Mexicana, núm. 105, pp. 34-38.
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