El cayuco y la tradición náutica

Flor Trejo Rivera

La historiadora colombiana Lina Rocío Medina Resalta el carácter complejo y eficiente del conocimiento tradicional, e indaga sobre el entendimiento abstracto que se encuentra detrás de las tradiciones artesanales en la construcción de canoas. Señala que cuando un indígena construía una canoa, lo que hacía era traducir un patrón matemático que convertía un tronco en una embarcación (Medina, 2020, p. 54).

Bajo esa misma reflexión, me maravilló la técnica para determinar el centro de gravedad de la embarcación y trazar las líneas básicas que servirían de guía para ahuecar el tronco y darle su figura final.

El objetivo fundamental de este tipo de canoa monóxila es que se mantenga sobre el agua de forma estable, de tal manera que permita el traslado de un punto a otro gracias al impulso de un canalete.

En este sentido, resulta indispensable que mantenga simetría en ambos costados, que sus bordes se encuentren cercanos a la línea de flotación y que sus puntas, es decir proa y popa, estén bien definidas, de tal manera que puedan cumplir la función de cortar el agua al frente e impulsar la nave en la retaguardia.

Tomando en cuenta estas características indispensables en todo vehículo acuático, desde la perspectiva del diseño naval, la etapa más importante es el plano, ya que será la guía para el trabajo colectivo en la fabricación de la nave. El conocimiento tradicional en la construcción de cayucos de madera omite este paso y directamente sobre la madera se trazan las diferentes líneas que orientarán a la sierra, el hacha y la gubia.

Así, para el primer trazado longitudinal se coloca una persona en cada extremo del tronco. Enseguida, con un hilo impregnado con carbón en polvo lo tensan, buscan el centro del tronco calculando con el ojo, estiran al máximo hacia arriba el hilo, lo sueltan y el movimiento deja una línea negra que divide de manera equidistante la madera.

A partir de este trazo se dibujan líneas transversales que van aumentando proporcionalmente el ancho del cayuco, de tal manera que le da la figura equilibrada que debe tener. En palabras del señor Horacio: es “para que no salga torcido el cayuco y no quede cachetón de un lado y flaco del otro”.

Imagen: El trazado. Izquierda: El trazo longitudinal del cayuco se dibuja con un hilo impregnado en polvo de carbón. En un envase de plástico se construye un carrete para dejar correr el hilo y poder recuperarlo, y el interior se llena con carbón pulverizado. A este instrumento lo llaman chochí. Derecha: Las líneas transversales sirven para marcar el ancho del cayuco y mantener la simetría de su figura. Es una geometría indispensable para que tenga estabilidad sobre el agua. Fotos: Alberto Soto Villalpando, INAH, SAS

Flor Trejo Rivera. Maestra en historia (UNAM) e investigadora de la Subdirección de Arqueología Subacuática (INAH). Coordinadora del Proyecto Arqueología Subacuática en el Estado de Tabasco y del Proyecto de Investigación Flota de la Nueva España de 1630-1631. Profesora en la Facultad de Filosofía y Letras (UNAM).

Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:

Trejo Rivera, Flor,  “Notas náuticas a orillas del río. Construcción de un cayuco en Tabasco”, Arqueología Mexicana, núm. 174, pp. 52-57.