Se aborda aquí la poco conocida colección Calpini en la que predomina–entre otras piezas– la civilización mexica: 153 objetos. Destacan una escultura de Quetzalcóatl en piedra verde, una vasija trípode de tecali, un espejo de pirita, varios molcajetes, pintaderas, malacates, numerosas figurillas (o fragmentos) y piezas de obsidiana (cuchillos, puntas, núcleos).
Nacido en Vanzone en el valle de Ossola (Verbania, Italia), Zaverio Calpini (1820-1905) viaja a México en 1848, acompañado de su hermano Francesco. Desconocemos la razón de su proyecto de establecerse aquí, aun si su decisión coincide con el principio de una migración italiana hacia el Nuevo Mundo. Poco tiempo después de su llegada, abre en México una empresa especializada en la importación de materiales ópticos, la Casa Industriale Calpini (Ditta Calpini Ópticos, Madero 34). La empresa alcanza rápidamente un gran éxito. Ya que tenía dinero suficiente para probar suerte en el comercio, podemos suponer que no emigró por razones económicas. Su residencia familiar en Vanzone comprueba la prosperidad de la familia, prominente y bien conocida en la región. Por otro lado, sus actividades indican que había logrado por lo menos un buen nivel de educación, que le permite dominar técnicas complejas y novedosas. Ese mismo año de 1848, el Reino de Piamonte- Cerdeña inaugura su consulado en la capital mexicana.
Zaverio Calpini regresa a Italia en 1852, para casarse con Marietta Pirazzi; vuelve luego con su esposa a México, donde se le ha nombrado cónsul honorario de Piamonte. En 1854, los hermanos Calpini abren una sucursal en Guadalajara (calle San Francisco 12), un indicio del éxito duradero de su empresa. La Casa Ópticas Calpini cuenta todavía con 11 sucursales en México.
En 1867, Zaverio Calpini decide vender su sociedad para regresar a Piamonte, donde su riqueza y su experiencia le valen la consideración pública y un puesto de consejero municipal de Vanzone. En 1874, propone al Museo Civico di Arte Antica di Torino venderle su colección precolombina por el precio de 10 000 libras, oferta que el museo rehúsa. En enero de 1876 decide donarla al mismo museo, pidiendo nada más el reembolso de los gastos de empaque y transporte, unas 3 000 libras. Esa donación implica que si Calpini tenía el sentido del negocio, no necesitaba el dinero. El Museo Civico adquiere así 1 518 piezas, aunque se desconoce si todas provienen de México. Entre los objetos donados por Calpini figura al menos una pieza del área caribeña. Al mismo tiempo,Calpini cede al Museo Galletti de Domodossola una colección de aves y mamíferos americanos, y después, en 1889, otros objetos arqueológicos y etnográficos de México. Según los documentos recopilados por N. Ferro en su tesis, figuran entre ellos varias piezas de arte popular, como 23 figurillas de cera, y muestras mineralógicas. Curiosamente, los escasos textos relativos a la donación de Calpini al Museo Galletti no mencionan esas piezas, sino especies animales, en especial serpientes (Andreone et al., 2010). La familia también conservó una docena de esculturas burdas, muy probablemente falsificaciones, aun si una o dos podrían tener un valor arqueológico (comunicación personal, A. Aimi, octubre de 2015).
Zaverio Calpini mantiene una carrera política local durante 25 años. Fallece el 24 de febrero de 1905 y su tumba se encuentra en el panteón de su ciudad de origen.
¿Un coleccionista oportunista?
Hay dudas sobre las actividades de coleccionista de Calpini, ya que se desconocen sus motivaciones. ¿En qué contexto se interesó por el arte prehispánico? En aquella época, varios intelectuales mexicanos y extranjeros, como Melgar y Boban, empiezan a interesarse en el pasado de su país, y Calpini tiene buenas relaciones con ese grupo de coleccionistas, cuyo número aumenta notablemente durante la guerra de intervención (1862-1867), a causa de las actividades de los miembros de las diferentes comisiones científicas (véase García Bravo y Taladoire, Arqueología Mexicana, núm. 138). Vale la pena subrayar que Calpini prestó por lo menos 13 piezas de su colección al Dr. Fuzier, quien las dibujó antes de devolverlas a su propietario (álbum de Fuzier, f. 5, dibujos 41 a 51bis; f. 40, dibujo 394). Por lo menos 10 de ellas, posiblemente 12, pertenecen actualmente a las colecciones del Palazzo Madama. Desconocemos las circunstancias en que se encontraron, ya que Fuzier radicaba principalmente en Veracruz. Esas relaciones de confianza con Fuzier implican por lo menos que Calpini sostenía buenos contactos con las autoridades francesas y los medios científicos oficiales. Al mismo tiempo, sabemos que Calpini obtuvo del gobierno republicano de Juárez, en 1861, una condecoración de Valor Civil. Obviamente, no estaba involucradoen los asuntos político-militares, pero ¿es posible que su salida de México al finalizar la guerra de intervención sea una consecuencia de la retirada de los franceses? Tal vez aprovechó la oportunidad de trasladar parte de su colección y otras pertenencias en uno de los barcos que transportaron al ejército europeo de regreso a casa.
La sección etnográfica, inaugurada en 1864 con la donación de Bottero de objetos centroamericanos, es la más antigua del Museo Civico di Arte Antica. Se enriqueció gracias a numerosas donaciones, entre ellas las de Zaverio Calpini y Battista Donalisio (en 1873). Actualmente, forma un conjunto representativo de piezas prehispánicas, principalmente de México, pero también de América Central o del área andina. Algunas piezas, como una paleta inuit, no tienen una procedencia documentada.
Entre las piezas conocidas y publicadas de la colección (Parodi da Passano et al ., 1978), predomina la civilización mexica: 153 objetos, a los cuales se suma la mayoría de las piezas sólo identificadas como mexicanas (422). Entre las piezas más destacadas figuran una escultura de Quetzalcóatl en piedra verde (inv. top. 737), una vasija trípode de tecali (inv. top. 738), un espejo de pirita, varios molcajetes, pintaderas, malacates, numerosas figurillas (o fragmentos) y piezas de obsidiana (cuchillos, puntas, núcleos).
De otras partes de la República Mexicana procede un número menor de objetos, pero de muy buena calidad. Entre ellos hay dos figurillas olmecas, ocho piezas de Teotihuacan (entre ellas dos estatuillas), por lo menos ocho urnas zapotecas, una olla huasteca, un incensario tolteca (tal vez una falsificación, inv. top. 677). Las 12 piezas mixtecas son excepcionales porque, además de penates, se encuentran ornamentos de oro y un cráneo de cristal de roca. De las tres piezas mayas, sobresale una preciosa placa de jadeíta de 10.5 por 15.5 (inv. top. 728). Sorprende la escasez de objetos del Occidente –tres figurillas, un cascabel y nueve agujas de Michoacán–, considerando que la empresa Calpini estaba instalada en Guadalajara. De esas 48 piezas, nueve provienen de los alrededores de la Cuenca de México.
Ese predominio sugiere que Calpini se interesaba preferentemente por las civilizaciones del Altiplano. La escasez de piezas del Occidente lo confirmaría. Se puede suponer también que aprovechaba las ofertas del mercado local y que tenía pocas posibilidades de adquirir fácilmente objetos de otras procedencias. Una posible excepción serían sus estancias en Veracruz, adonde tenía que viajar por el material importado para su negocio. Fue posiblemente en esas ocasiones que encontró al Dr. Fuzier. Pero notamos que muchas de las mejores piezas de su colección (los ornamentos de oro mixtecos, la placa de jadeíta maya, las urnas zapotecas) provienen precisamente de otras culturas, como si las hubiera escogido. Eso sugiere que Calpini era un coleccionista circunstancial, un aficionado que no buscaba sistemáticamente, pero que apreciaba el arte prehispánico. Esta hipótesis queda parcialmente confirmada por su deseo de llevar su colección a Italia, y después por su donación al Museo Civico.
Eric Taladoire. Profesor emérito de arqueología de las Américas en la Universidad de París 1, y miembro de la Unidad de Investigaciones de Arqueología de las Américas. Su especialidad es el estudio del juego de pelota en Mesoamérica.
Taladoire, Eric, “La colección de arte prehispánico Zaverio Calpini del Museo Civico di Arte Antica di Torino”, Arqueología Mexicana núm. 148, pp. 78-82.
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