El Altar de los Guerreros del Sol

Leonardo López Luján et al.

Este pequeño pero muy importante bloque cuadrangular de basalto gris se adscribe a la civilización nahua del Centro de México y seguramente se talló en algún momento de la segunda mitad del siglo XV o de las dos primeras décadas del XVI. Mide apenas 17.1 x 34.3 x 22.2 cm. Fue adquirido en México por el diplomático italiano Luigi Petich, quien lo vendió en 1900 al Metropolitan Museum of Art de Nueva York (n. 00.5.39), institución en la que actualmente se localiza. El bloque destaca por los ricos bajorrelieves presentes tanto en su cara superior como en las cuatro caras laterales. Aunque casi todas ellas presentan modificaciones y faltantes, aún es posible descifrar su profundo significado religioso.

La cara superior está ocupada por un complejo elemento icónico discoidal: la conocida convención gráfica mesoamericana que representa al Sol. Aquí se compone de cinco bandas concéntricas que, de adentro hacia afuera, incluyen: un cartucho circular que enmarca el glifo calendárico ollin (“movimiento”); una banda ocupada por 26 discos diminutos; otra banda de la que surgen cuatro rayos solares equidistantes; una más con 28 plumas cortas, y la última con cuatro púas coronadas por cuentas de jade, las cuales se alternan con ocho bandas dobles (glifo -hua-) que simbolizan en este contexto gotas de lluvia.

Frecuentemente, aunque no en esta escultura, el glifo calendárico ollin se acompaña del numeral 4 para conformar la fecha 4 ollin (4 movimiento), nombre de la Quinta Era cosmogónica nahua, la última y definitiva. De las cuatro caras laterales del altar, la frontal y la trasera son mucho más anchas. La frontal posee una escena compleja y de hondo sentido, integrada por dos bellos difrasismos gráficos. Antes de analizarla, conviene precisar que, según Mercedes Montes de Oca y Danièle Dehouve, los difrasismos designan una cosa por la enumeración de dos de sus componentes o bien una acción por la enumeración de dos de sus manifestaciones.

Buenos ejemplos son los difrasismos nahuas, “estera, trono” (que designa autoridad), “falda, blusa” (mujer), “flecha, escudo” (guerra), “flor, canto” (poesía), “jade, pluma rica” (preciosidad) y “piedra, madera” (castigo). Estos pares de componentes o de manifestaciones –que se encuentran siempre en relación recíproca– se pueden expresar a través de palabras en el lenguaje oral y escrito, de representaciones teatrales, del uso de objetos rituales en ceremonias o de difrasismos gráficos en pinturas murales, esculturas, códices u otras expresiones plásticas de menores proporciones.

En el Altar de los Guerreros del Sol, el difrasismo principal es cuauhtli, océlotl (“águila, jaguar”), expresado por las imágenes de estos dos súper predadores que fueron esculpidas frente a frente, de cuerpo entero y en forma bastante sumaria. Como es bien sabido, cuauhtli, océlotl es el apelativo metafórico de los valerosos militares cuya orden tuvo una especial trascendencia en los planos marcial y religioso.

Leonardo López Luján. Doctor en arqueología por la Universidad de París Nanterre, director del Proyecto Templo Mayor y miembro de El Colegio Nacional.

Guilhem Olivier. Doctor en historia por la Universidad de Toulouse en Francia, e investigador titular del Instituto de Investigaciones Históricas de la unam.

Javier Urcid. Doctor en antropología por la Universidad de Yale en Estados Unidos y profesor-investigador titular de la Universidad de Brandeis en Waltham, Massachusetts.

Tomado de Leonardo López Luján et al., “El Altar de los Guerreros del Sol del Metropolitan Museum of Art de Nueva York”, Arqueología Mexicana, núm. 193, pp. 23-31.