La práctica de fumar tabaco entre los indígenas norteamericanos. Síntesis de una práctica milenaria

José Medina González Dávila

El binomio inhalación/exhalación representa una comunión con todos aquellos que consumieron (fumaron) el tabaco, tanto en el presente, en el pasado y en el porvenir. Esta comunión y conexión representa que todo lo expresado en oración por medio del tabaco debe ser verdadero, cierto y ofrecido a los espíritus, los ancestros y los poderes sobrenaturales del cosmos indígena.

 

Una de las prácticas más emblemáticas de los amerindios del hemisferio norte de nuestro continente es fumar tabaco. Generalmente asociada –pero no siempre de manera acertada– con la “pipa de la paz”, esta costumbre tiene importantes implicaciones para numerosos pueblos amerindios en términos religiosos, cosmológicos, como un mecanismo de vinculación social y como “estrategia” de diferenciación respecto a los no indígenas.

Sin embargo, no todos los grupos amerindios norteamericanos tienen el hábito de fumar tabaco en pipa, y tampoco recurren a éste como un recurso tradicional en sus prácticas ceremoniales y religiosas. Aunque, sin duda, un gran número de grupos nativos dan al tabaco una función y un significado esenciales en la vida ceremonial y ritual de sus sociedades, la adopción y simbología de esta práctica por parte de otros grupos puede verse como un proceso relativamente reciente (Paper, 1988, pp. 660-661).

Desde el punto de vista arqueológico, es difícil y arriesgado determinar cuándo fue utilizado por primera vez el tabaco como parte de una práctica sociocultural amerindia en Norteamérica. Aunque hay evidencias significativas de esta actividad en el registro arqueológico norteamericano desde, por lo menos, hace tres mil años (Robicsek, 1978), la identificación de las semillas del tabaco así como de los vestigios del método empleado para consumirlo es un proceso complejo que no siempre se ha realizado en las investigaciones de campo desde principios del siglo pasado.

 

El tabaco

El tabaco es una planta del género Nicotiana, de la familia Solanaceae. En nuestros días, la más común de entre 70 variedades es la Nicotiana tabacum (Gately, 2003), no así para el mundo, entorno y contexto pasados de los amerindios norteamericanos. Por lo menos en el hemisferio norte de América, la Nicotiana rustica era la variedad de tabaco más utilizada para fines ceremoniales y rituales (Furst, 1976, pp. 54-61); incluso, diversos pueblos amerindios en Estados Unidos, como los comanches y los apaches lipanes de Texas y Nuevo México, aún lo usan para el mismo fin.

El tabaco contiene nicotina –un alcaloide estimulante– que al ser consumida surte un efecto cerebro-vascular en el ser humano mediante la absorción en la sangre. Inhalada, masticada o digerida, la nicotina entra al sistema circulatorio y estimula el sistema nervioso central y el cerebro, lo que altera las funciones corporales normales del ser humano. En tanto que la Nicotiana tabacum genera un estímulo relativamente moderado, los efectos de la variedad Rustica tienden a ser considerablemente superiores (Gately, 2003).

Con una cantidad de nicotina de 9 a 20 veces superior al N. tabacum (lo que depende del método de preparación y consumo), la N. rustica puede generar un estado alterado de conciencia, llegando incluso a causar alucinaciones y una percepción sensorial distorsionada (Gately, 2003; Furst, 1976). El registro arqueológico en Norteamérica, además de un sinnúmero de registros etnohistóricos y etnográficos contemporáneos, indican que la variedad de tabaco generalmente consumida para fines ceremoniales-rituales de diversos grupos amerindios correspondía a la N. rustica. En la investigación de campo del autor en el periodo 2009-2010 en el suroeste de Estados Unidos y el noreste mexicano, se pudo registrar –por lo menos en 10 ocasiones– el consumo de N. rustica para fines ceremoniales, y se recopilaron numerosos testimonios directamente vinculados con la religiosidad asociada al consumo de tabaco (Medina, 2011).

Por ejemplo, entre los apaches lipanes de Texas, el consumo de N. rustica  –conocida por los miembros de este grupo amerindio como Tabaco oca (ibid.)– es parte de un complejo ceremonial-ritual. El Oca es cosechado de manera silvestre en el sur y centro de Texas, picado o cortado con un cuchillo en tiras delgadas, y enrollado en una hoja de maíz o de laurel de montaña (Sophora secundiflora). El grupo mencionado prefiere esta última, ya que la semilla de ese árbol posee importantes asociaciones religiosas vinculadas con el peyote y el venado (Medina, 2012), al contrario de la gran mayoría de los apaches en Texas, Nuevo México y Arizona, que usan la hoja de maíz para enrollar el tabaco. También, numerosos grupos amerindios vinculados histórica o culturalmente con los lipanes –como los comanches y los kiowas– consumen el tabaco Oca para fines ceremoniales.

 

Simbología del tabaco

Al producto de liar el tabaco en hoja de maíz o de laurel de montaña se le conoce como “cigarrito”, que es diferente del “cigarrillo” comercial. En el contexto de una ceremonia, cuando es encendido, la primera bocanada de humo se exhala hacia arriba, hacia el cielo. Después, se ofrece una bocanada a las cuatro direcciones cardinales, al suelo y finalmente a la persona que prendió y ofrendó el “cigarrito” como un medio de purificación. Al terminar esta secuencia se procede a los cantos, rezos e invocaciones a los ancestros y a sus figuras mitológicas conformando parte del ritual; además, se puede compartir el “cigarrito” con otras personas que forman parte de la ceremonia, siempre en dirección dextrógira (en sentido horario).

Esto lo realiza un grupo reducido de lipanes tradicionales en Texas; aunque hay referencias documentales respecto a ceremonias similares entre otros grupos amerindios, difícilmente podría asegurarse que es una práctica generalizada de todos los grupos indígenas del suroeste estadounidense. No obstante, la simbología asociada con el consumo del tabaco es similar entre diversos grupos étnicos norteamericanos; es identificado como un regalo de los espíritus a los hombres y como un vehículo para la oración. Su ofrenda por medio del fuego y su transformación en humo representa la materialización del “poder” y la presencia de los ancestros, los espíritus y de la creación; además, el binomio inhalación/exhalación representa una comunión con todos aquellos que consumieron (fumaron) el tabaco, tanto en el presente, en el pasado y en el porvenir. Esta comunión y conexión representa, a su vez, que todo lo expresado en oración por medio del tabaco debe ser verdadero, cierto y ofrecido a los espíritus, los ancestros y los poderes sobrenaturales del cosmos indígena (Medina, 2011).

Debido a su significado, el tabaco es un símbolo de respeto, paz, acuerdo y armonía con quienes se comparte. Aunque este significado está circunscrito por un complejo ceremonial-ritual, no se limita exclusivamente al tabaco en su estado puro. Diversas tribus del norte de Estados Unidos y Canadá producen una mezcla de picadura de corteza de sauce (Cornus amomum/Cornus sericea) con otras plantas de la localidad, a la que en ocasiones se le incluye una pequeña cantidad de Nicotiana rustica (en lengua delaware se le llama kinnikinnick). Esta preparación se fuma de manera similar a como los amerindios del suroeste norteamericano consumen el tabaco Oca en “cigarritos” (ibid.).

 

José Medina González Dávila. Doctor en antropología social por la Universidad Iberoamericana. Sus líneas de investigación son la etnología comparativa de los amerindios norteamericanos, los procesos de continuidad y cambio tradicional, y la conformación identiaria indígena contemporánea.

 

Medina González Dávila, José, “La práctica de fumar tabaco entre los indígenas norteamericanos. Síntesis de una práctica milenaria”, Arqueología Mexicana núm. 133, pp. 82-87.

 

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