José Medina González Dávila
La cruz sigue siendo un mecanismo de vinculación y de significados amerindios claramente identificables. Independientemente de las variantes religiosas y ceremoniales propias de cada grupo amerindio contemporáneo, la cruz representa un mecanismo de cohesión, de unidad, y de proyección al porvenir.
Todas las tradiciones amerindias cuentan con símbolos, signos y elementos gráficos distintivos que les remiten a significados específicos dentro de su cosmovisión religiosa-ceremonial. A este proceso de interpretación de representaciones gráficas o de su entorno, la connotación particular dentro de su cultura y tradición, y su correspondiente reacción cognitiva podemos llamarle de manera sintética un proceso semiótico (Eco, 2000 [1976]).
Por su parte, dichas fases del pensamiento humano se remiten a un cuerpo de conocimientos, los cuales son parte de una cultura y son transmitidos de manera transgeneracional, lo cual puede ser identificado como la esencia fundamental de la tradición (Jáuregui, 1991, p. 4). De esta forma, todas las tradiciones amerindias hacen alusión no sólo a su dinámica social, sino también a la de sus ancestros y a los profundos significados que derivaron de su entorno.
Resulta innegable que un muy elevado número de tradiciones amerindias contemporáneas cuentan con elementos en común, producto de la interacción milenaria que los diferentes grupos aborígenes mantuvieron con el paso del tiempo, como el resultado inevitable de complejos ciclos migratorios, de contacto cultural y de intercambio comercial, simbólico y religioso (Preuss, 2008a [1905] y 2008b [1929]). Claude Lévi-Strauss (1983 [1964-1971]) nos remite incuestionablemente a procesos de significación comunes entre los diversos pueblos que conformaron nuestro continente, y cuyos descendientes permanecen hasta nuestros días como un legado milenario de aquellas culturas que enriquecen nuestro patrimonio.
Realizar un recuento de todos los símbolos y signos que integran parte de esta tradición colectiva amerindia representa un reto a la antropología y a la arqueología americana contemporánea, y realizar tal ejercicio a profundidad en nuestro país requeriría de un esfuerzo considerable por parte de la etnología mexicana, en virtud de la riqueza cultural de nuestro país y de nuestros vecinos al norte y al sur. Sin embargo, plenamente identificables resaltan algunos elementos semiótico-culturales presentes en prácticamente todas las tradiciones amerindias de México y de Estados Unidos, los cuales poseen diferentes significados comunes y específicos a lo largo de los siglos: las cruces.
El noreste mexicano y la región de Texas y Nuevo México en Estados Unidos son un área de estudio etnológico particular, es decir, suficientemente grande para establecer comparaciones significativas entre los diferentes grupos amerindios y sus tradiciones al interior de la misma, pero suficientemente acotada para encontrar características cohesionadoras que la distingan de otras regiones culturales de México y Estados Unidos; este término y definición es derivado del trabajo de Josselin de Jong (1977, pp. 167-168) y adecuado para fines analíticos de este texto por el autor. Rebasaría los alcances de este sintético artículo discutir todas las manifestaciones, interpretaciones y vinculaciones que el símbolo de la cruz representa para los amerindios regionales del pasado y del presente; sin embargo, baste señalar que representa una amalgama de dos tradiciones conformadas por múltiples influencias, actores y tradiciones: la religiosidad amerindia y la cristiana.
El símbolo de la cruz puede ser plenamente identificado en la región desde hace por lo menos 4 200 a 3 500 años, según Carolyn Boyd (2003, p. 18), en los paneles de arte rupestre del río Pecos en Texas y en numerosos sitios arqueológicos del norte de Coahuila. En los mismos pueden apreciarse cuantiosas imágenes antropomorfas, al igual que representaciones de animales, cuerpos celestes y otros símbolos que nos remiten al contexto semiótico-cultural de los paleoindígenas regionales.
El arte rupestre del río Pecos
Algunos arqueólogos regionales consideran que las iconografías presentes en el arte rupestre del río Pecos no pueden ser decodificadas, en virtud de que existen pocos elementos para interpretarlas de manera comparativa (Medina, 2012, pp. 253-255). Sin embargo, una aproximación alternativa desde la etnología podría potencialmente auxiliar a la antropología y la arqueología contemporáneas a un entendimiento inédito del significado del arte rupestre ya referido en lo general, y de las cruces en lo particular: una interpretación del arte rupestre desde una perspectiva indígena (para una discusión más amplia de esta aproximación véase Medina González Dávila, 2012). Reconociendo que buena parte de las tradiciones amerindias contemporáneas poseen sus orígenes y antecedentes en grupos indígenas con presencia ancestral en los diferentes territorios que integran nuestro continente (y en el caso particular que ocupa este artículo en Norteamérica), es posible que algunos símbolos y signos presentes en la iconografía del arte rupestre del río Pecos puedan ser decodificados desde una perspectiva cultural y tradicional contemporánea.
Partiendo de esta aproximación, en el año 2010 se llevó a cabo una reunión en Texas que incluyó arqueólogos y antropólogos mexicanos y estadounidenses, así como cuatro amerindios norteamericanos (dos lakota-sioux, un choctaw y un apache). El objetivo central de este valioso ejercicio fue buscar una interpretación alternativa al arte rupestre del río Pecos desde una perspectiva amerindia. Ciertamente, a este ejercicio pudieran haberse incorporado más tradiciones nativas, más participantes, y hacerse un estudio más exhaustivo. Los resultados de este encuentro revelaron de manera general la iconografía rupestre regional, que se remonta al menos hasta hace 3 500 años, que posee importantes signos y símbolos presentes en la semiótica amerindia contemporánea.
José Medina González Dávila. Doctor en antropología social por la Universidad Iberoamericana. Investiga la etnología comparativa de los amerindios norteamericanos, los procesos de continuidad y cambio tradicional, y la conformación identitaria indígena contemporánea.
González Dávila, José Medina, “Las cruces amerindias del noreste de México y suroeste de Estados Unidos. Amalgama de dos tradiciones semiótico-religiosas”, Arqueología Mexicana núm. 136, pp. 80-85.
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