LO QUE GUARDAN LOS ANTIGUOS LIBROS
Manuel A. Hermann Lejarazu
Para fray Bernardino de Sahagún, a mediados del siglo XVI, los especialistas en la consulta o conocimiento del calendario adivinatorio fueron considerados nigrománticos. Es decir, individuos que podían predecir el futuro o el destino de las personas por medio de la invocación a demonios o a algún espíritu maligno (Nathan, 2002, pp. 56 y 94). Pero a diferencia de las artes adivinatorias en Europa o en el antiguo cercano Oriente, en Mesoamérica la consulta se hacía por conducto del tonalpohualli en el que se consideraba, sobre todo, el día de nacimiento del sujeto. Es interesante la manera en que el religioso franciscano señala que el arte de la adivinación fue aprendida por los nahuas gracias a una “instrucción” que les dejó Quetzalcóatl, la cual contenía veinte caracteres multiplicados trece veces. Como se observa claramente, Sahagún se refiere a los códices en donde se plasma la cuenta de los días. No obstante, existen diversos relatos que hablan sobre el origen del calendario y los primeros personajes que lo pusieron en práctica.
En efecto, en la Historia general de las cosas de Nueva España se menciona:
Y esta astrología o nigromancia fue tomada y hubo origen de una mujer que se llama Oxomoco y de un hombre que se llama Cipactónal. Y los maestros de esta astrología o nigromancia que contaban estos signos, que se llamaban tonalpouhque, pintaban a esta mujer Oxomoco y a este hombre Cipactónal y los ponían en medio de los libros donde estaban escritos todos los caracteres de cada día, porque decían que eran señores de esta astrología o nigromancia, como principales astrólogos, porque la inventaron e hicieron esta cuenta de todos los caracteres (Sahagún, 2000, lib. IV, cap. I, p. 351).
Más adelante, en el libro X, Sahagún ofrece mayor información acerca de la mujer y el hombre que crearon el calendario. El contexto en el que los cita se ocupa del origen de los mexicas, cuando los primeros pobladores llegaron en embarcaciones por Pánuco o Panotla y caminaron por la ribera del mar hasta asentarse en Tamoanchan. Sin embargo, los amoxhuaque, los sabios en la lectura de los códices, abandonaron a los habitantes de Tamoanchan y se llevaron consigo todas las pinturas que contenían el conocimiento de las artes y la adivinación.
El texto menciona:
Y de estos sabios no quedaron más de cuatro con esta gente que quedó, que se decían Oxomoco, Cipactónal, Tlatetecui, Xuchicahuaca, los cuales, después de idos los demás sabios, entraron en consulta, donde trataron lo siguiente, diciendo: “vendrá tiempo cuando haya luz para el regimiento de esta república; mas, mientras estuviere ausente nuestro señor dios, ¿qué modo se tendrá para poder regirse bien la gente, etcétera? ¿Qué orden habrá en todo? Pues los sabios se llevaron sus pinturas por donde gobernaban”. Por lo cual inventaron la astrología judiciaria y el arte de interpretar los sueños; compusieron la cuenta de los días, y de las noches, y las horas, y las diferencias de tiempos que se guardó mientras señorearon y gobernaron los señores de los tultecas, y de los mexicanos… Por la cual cuenta no se puede saber qué tanto tiempo estuvieron en Tamoanchan, y se sabía por las pinturas que se quemaron en tiempo del señor de México que se decía Itzcóatl…
(Sahagún, 2000, lib. X, pp. 973-974).
Dos de esos sabios que crearon el arte de la adivinación y el calendario se representan como ancianos en la página 21 del Códice Borbónico, cuya lámina, por cierto, queda en medio de todo el códice, que comprende tanto un calendario adivinatorio, tonalpohualli, como un cempoallapohualli, la cuenta de las veintenas. En el Códice Borbónico, Oxomoco y Cipactónal presiden un tlalpilli, o atadura de años, que comprende a los portadores de 1 caña a 13 caña y de 1 conejo a 13 conejo. Al centro de la página, ambos señores aparecen como sacerdotes con sus respectivos tecomates en la espalda y portando diversos instrumentos.
A la izquierda se encuentra la anciana Oxomoco, quien arroja un puñado de granos de maíz al centro de la escena. A la derecha se observa a Cipactónal, identificado por su nombre personal en la esquina derecha, quien levanta un incensario y sostiene en la mano izquierda un punzón de hueso y una bolsa de copal.
La actividad llevada a cabo por Oxomoco se explica también en la Historia de los mexicanos por sus pinturas, pues de acuerdo con esa versión sobre el origen del mundo y el calendario, Quetzalcóatl y Huitzilopochtli crearon a la primera pareja que llevaron los nombres ya mencionados, aunque no se precisa su cualidad de ancianos:
Luego hicieron a un hombre y a una mujer; al hombre dijeron Oxomoco y a ella Cipactónal [sic, los nombres aparecen invertidos]. Y mandáronles que labrasen la tierra, y que ella hilase y tejiese, y que de ellos nacerían los macehuales, y que no holgasen sino que siempre trabajasen, y a ella le dieron los dioses ciertos granos de maíz, para que con ellos ella curase y usase de adivinanzas y hechicerías, y así lo usan hoy día a hacer las mujeres (Mitos e historias de los antiguos nahuas, 2002, p. 29).
En efecto, tal y como aparece en el Códice Borbónico, la anciana es la encargada de llevar a cabo la adivinación, por lo que, al parecer, la actividad ritual de interpretar el calendario también era realizado por una mujer especialista en los códices.
Manuel A. Hermann Lejarazu. Doctor en estudios mesoamericanos por la UNAM. Investigador en el CIESAS-D.F. Se especializa en el análisis de códices y documentos de la Mixteca, así como en historia prehispánica y colonial de la región. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores.
Hermann Lejarazu, Manuel A., “Origen y creación del calendario”, Arqueología Mexicana núm. 147, pp. 84-85.
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