¡Qué fácil resulta hablar de personas que han entregado su vida al trabajo! Es el caso de José Ramírez Ramírez, quien falleció el día 25 de noviembre de este año. Lo conocí cuando entró a trabajar al Departamento de Monumentos Prehispánicos del INAH, en 1968. En aquel entonces, la dependencia estaba a cargo del arquitecto Ignacio Marquina Barredo y yo fungía como subjefe de la misma...
Pero volvamos con Pepe. Al ingresar al Departamento quedó a las órdenes de Rodrigo Gamio, ya que era el encargado de los aspectos administrativos. Rodrigo era sobrino de don Manuel Gamio y su hermano era Lorenzo Gamio, quien representaba al INAH en Oaxaca y en diversas ocasiones fue brazo derecho de don Ignacio Bernal cuando éste iba a sus excavaciones en Yagul y Dainzú... En estas circunstancias, Pepe comenzó a empaparse en los pormenores del Departamento y uno muy importante era el Archivo Arqueológico. Constaba de muchísimos volúmenes empastados que contenían los informes arqueológicos que se entregaban al Departamento.
El arquitecto Marquina, como director del INAH, mandó a que fueran resguardados y empastados para que se pudieran consultar, además de constituirse en la memoria histórica de la arqueología. Allí estaban documentos invaluables que contenían el quehacer de los arqueólogos nacionales y extranjeros desde finales del siglo XIX en adelante.
Todo este valioso legado quedó, finalmente, en manos de Pepe. Con enorme interés y dedicación supo llevar a cabo una labor formidable, junto con su equipo de colaboradores, además de organizar interiormente las actividades de lo que ahora es el Archivo Técnico de la Coordinación Nacional de Arqueología. Resguardado el Archivo en el edificio de la Casa del Marqués del Apartado, frente a las excavaciones del Templo Mayor, allí estuvo por buen tiempo hasta que un día llegó la orden de Conaculta de que debía de desalojarse el inmueble. Para la nueva ubicación se había designado un galerón al sur de la ciudad, que no tenía las características adecuadas para contenerlo. Las protestas no se hicieron esperar y las quejas llegaron a la dirección del INAH y hasta María Cristina García Cepeda, Secretaria de Cultura y quien autorizó el cambio. Uno de los subordinados de María Cristina manejaba el asunto con prepotencia y ordenaba que el edificio debía de ser abandonado de inmediato. La razón: se pensaba transformarlo en lo que se llamó el “Museo de Museos”, que tuvo un triste fin y consecuencias lamentables para el edificio y para la secretaria y sus allegados.
Con enorme tristeza e impotencia por parte de los académicos se hizo el traslado. Pepe lo resintió de manera directa. Lo que era su pasión y a ella se había entregado, ahora percibía que las propias autoridades no sentían el menor interés por aquellos papeles, fotos y planos, que eran parte fundamental de la historia de la arqueología y, por ende, del país. Esperamos que pronto vuelva el Archivo al edificio del Apartado, para que esté en un lugar digno, como lo merece.
¡Cuánto vamos a extrañar a Pepe Ramírez! Es de aquellas personas que, desde su trinchera, hizo bien su trabajo y supo preservar aquella memoria que contiene el quehacer de los arqueólogos. Muy bien, querido Pepe… Gracias.
Eduardo Matos Moctezuma. Maestro en ciencias antropológicas, especializado en arqueología. Fue director del Museo del Templo Mayor, INAH. Miembro de El Colegio Nacional. Profesor emérito del INAH.
Matos Moctezuma, Eduardo, “Pepe Ramírez (1945-2020)”, Arqueología Mexicana, núm. 166, pp. 90-91.