Efraín Cárdenas García
Peralta sobresale por su monumentalidad arquitectónica, su complejidad constructiva y la aplicación de un mismo concepto del espacio social. Al coexistir con las típicas plazas abiertas de la conocida arquitectura mesoamericana, los espacios cerrados de Peralta representan una cultura poco conocida y evocan sociedades prehispánicas agrícolas propias del Bajío.
El sitio arqueológico de Peralta se localiza en el municipio de Abasolo, en la parte suroeste del estado de Guanajuato; forma parte de la región conocida como el Bajío, la gran planicie aluvial del río Lerma. Las sociedades prehispánicas en este lugar se vieron favorecidas por un magnífico entorno natural, cuyas condiciones les permitieron disponer de agua en abundancia, suelos de gran fertilidad en la planicie y en las laderas, así como de materias primas como la obsidiana y la riolita.
El Bajío en la época prehispánica
Hasta hace poco tiempo, el Bajío y una buena parte de la mesa central mexicana se consideraban de escaso interés para la arqueología. Poco se sabía de las sociedades indígenas asentadas en la región, más allá de los datos históricos que describían una zona casi despoblada dos siglos antes de la conquista. Los primeros datos, obtenidos de documentos históricos, indicaban que los habitantes del Bajío prehispánico fueron únicamente grupos chichimecas, nómadas, con economías de apropiación y beligerantes. Hacia 1972, Beatriz Braniff comenzó a explicar las culturas del Bajío y propuso los contornos de una región “marginal” de Mesoamérica, que si bien se hallaba en los límites, formaba parte de las altas culturas. La aparente influencia de las grandes ciudades mesoamericanas, principalmente de Teotihuacan, en el desarrollo regional, también apartó del debate académico la posibilidad de identificar y explicar el papel específico que desempeñaron las sociedades locales en el concierto mesoamericano.
En los últimos diez años, los estudios arqueológicos han tenido un gran impulso en Guanajuato, y varios de los mitos del pasado abajeño que empezaban a convertirse en verdades, han cedido su lugar a explicaciones mejor sustentadas sobre la vida prehispánica en este espacio geográfico. Mencionaré solamente tres aspectos que me parecen fundamentales: a) el Bajío, al formar parte importante del universo mesoamericano, constituyó una región de tránsito y enlace entre tres de las áreas culturales que propuso Paul Kirchoff (1967): el Centro, el Norte y el Occidente de México; b) el discurso basado en la determinación de influencias desde los grandes centros poblacionales, ha sido sustituido en la actualidad por el entendimiento de las interacciones y relaciones bidireccionales, donde las implicaciones de sociedades locales como Peralta apenas se han abordado pero en las que sin duda se continuará trabajando; c) durante el Clásico, entre 300 y 700 d.C., en el Bajío se desarrolló una notable población agrícola cuya estructura de organización social y política, además de su profunda raíz cultural regional, se ha identificado como Tradición el Bajío.
Cárdenas García, Efraín, “Peralta, Guanajuato”, Arqueología Mexicana núm. 92, pp. 56-59.
• Efraín Cárdenas García. Profesor investigador de El Colegio de Michoacán. Responsable de la formación del Centro de Estudios Arqueológicos del Colmich, en 2001. Autor y editor de libros como El Bajío en el Clásico, Tradiciones arqueológicas y Arqueometría. Ha estudiado la arqueología del Bajío y es coordinador del Proyecto Peralta.
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