El descubrimiento y la conquista de Tabasco establecieron rasgos característicos de la conquista de México. Los españoles comprendieron que las tierras tabasqueñas –la primera Nueva España que existió en la concepción española– eran parte de un continente, y que la península de Yucatán no era una isla, como ellos creían.
El descubrimiento de la costa tabasqueña por los españoles fue resultado de varios factores: la búsqueda del final de lo que ellos creían una isla, Yucatán; el interés económico por capturar indios; y la obsesión por obtener oro y plata. La empresa que reunía estas metas se organizó en 1 518 y fue dirigida por Juan de Grijalva, quien llevaba cuatro pilotos, entre ellos a Antón de Alaminas y Camacho de Triana, que habían participado en la expedición que descubrió Yucatán. La expedición iba bien equipada de bastimentos y con un fuerte armamento, dado el embate guerrero que los indios, en Cabo Catoche, habían mostrado frente a Francisco Hernández de Córdova, descubridor de Yucatán. Se trataba del primer contacto con tierra firme para jóvenes que desempeñarían papeles protagónicos en la exploración y conquista de las tierras mayas: Alonso Dávila, Francisco de Montejo y Pedro ele Al varado.
Los expedicionarios partieron de Cuba en abril de 1518; primero tocaron la isla de Cozumel y luego se di rigieron al sur, hasta Bahía de la Ascensión. Rehicieron su camino, circundando por la costa la tierra yucateca, y llegaron a Champotón, donde sostuvieron una gran batalla con los indígenas couoh. El capitán –con los dientes quebrados y otras lesiones– y sus hombres, después de enterrar a los seis muertos que hubo en el encuentro –además de los 60 heridos–, continuaron por la costa hasta realizar el primer contacto con las tierras habitadas por los chontales. Así, toparon con una entrada o boca, muy grande y con grueso caudal, por la que ingresaron. Al creer que era el final de la tierra yucateca, la llamaron Boca de Términos. La exploraron durante tres días, hasta que se dieron cuenta que era una ensenada, capaz de operar como puerto con buen abrigo para sus navíos. Observaron en las orillas adoratorios de mampostería, figuras ele deidades hechas de piedra, madera y barro. Al preguntarse por la población se dieron cuenta de que no la había y que se trataba de un sitio de paso para mercaderes y cazadores.
Izquierdo y de la Cueva, Ana Luisa, “Tabasco: parteaguas del descubrimiento y conquista de México”, Arqueología Mexicana núm. 61, pp. 52-57.
• Ana Luisa Izquierdo y de la Cueva. Doctora en historia de México por la UNAM. Investigadora del Centro de Estudios Mayas del Instituto de Investigaciones Filológicas. Miembro del SNI y maestra del posgrado en estudios mesoamericanos de la FFyL de la UNAM.
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