Roberto García Moll
En Tabasco se han localizado cerca de 800 sitios arqueológicos, los cuales abarcan temporalidades que van desde el Preclásico hasta el contacto con los españoles.
Mas agua que tierra. Aguaje / para prolongar la sed. /
La tierra vive a merced / del agua que suba o baje
(Carlos Pellicer, “Cuatro cantos a mi tierra”)
Tabasco, en el sureste de México, ha sido durante más de 3 000 años de historia testigo del desarrollo de múltiples culturas, como la olmeca, la maya, la náhuatl y, finalmente, la española, con un variado escenario geográfico en el que predomina como elemento sustantivo el agua, la cual se distribuye entre la costa, los ríos, los pantanos y las lagunas a todo lo largo y ancho, ocupando cerca ele un 60% del territorio.
Paisaje geográfico
Desde el punto de vista geológico, el territorio tabasqueño se encuentra dividido en tres provincias fisiográficas: 1) los plegamientos y colinas del Terciario, de roca caliza, los cuales se localizan al sur del estado y forman parte de la Sierra Madre del Sur de Chiapas y del límite político con este estado; 2) las terrazas del Pleistoceno, de origen aluvial, que se sitúan principalmente al sureste y están ligadas al río Usumacinta y 3) el extenso terreno de origen aluvial de distintas épocas que constituye la gran planicie costera cuyo límite norte es el Golfo de México.
Los escurrimientos tanto de la sierra de Chiapas como de parte de Guatemala se concentran en los grandes ríos a través de numerosos afluentes y arroyos, los cuales aportan sus sedimentos a la amplia planicie costera que avanza lentamente hacia el mar. En la región de Tabasco se encuentran dos de los mayores ríos mexicanos: el Usumacinta y el Grijalva, que desembocan en el Golfo de México; otros ríos son el de La Venta, el San Pedro y el Palizada.
Las numerosas corrientes de agua hacen del centro y norte del estado una de las regiones más húmedas de la República. La incorporación al desarrollo nacional de esta zona ocurre a partir de los años sesenta del siglo XX, con la construcción de obras de infraestructura y de saneamiento que han permitido a sus habitantes vivir en condiciones menos precarias, ya que las escasa altitud sobre el nivel del mar, la gran abundancia de agua en la superficie y el clima cálido húmedo dieron como resultado una alta densidad de llora y fauna.
García Moll, Roberto, “Tabasco. Una visión general”, Arqueología Mexicana núm. 61, pp. 12-17.
• Roberto García Moll. Arqueólogo. Investigador de la Dirección de Estudios Arqueológicos, INAH.
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