Templo de las Inscripciones. Foto: Jorge Pérez de Lara / Raíces

Tablero oeste. Aquí se consigna el nacimiento (603), la entronización (615) y dos celebraciones k’atunicas de Pakal (en 652 y 672). Un pasaje relata el sacrificio de Nu’n U Jol Chaahk, gobernante de Santa Elena, Tabasco, y de otros prisioneros de guerra, quienes fueron “comidos” por los incensarios de los dioses patronos de Palenque (659). A través de audaces cómputos calendáricos, narra hechos del remoto pasado mítico, como la entronización de la deidad “Serpiente de Nariz Cuadrada” (ocurrida unos 1 250 000 años hacia el pasado) y acontecimientos futuros, como un aniversario de la entronización de Pakal dentro del próximo piktun (año 4772). El último pasaje fue escrito por el hijo y sucesor de Pakal, K’inich Kan Bahlam, quien registró la muerte de su padre (683) y su propia entronización (684).  Dibujo: Merle Greene Robertson

Templo de las Inscripciones y cripta funeraria. Lápida del sarcófago. Esta lápida muestra a Janahb Pakal, ataviado y personificado como el dios Unan-K’awiil, en el momento de emerger al mundo subterráneo. Sale de las fauces de una entidad llamada Sak Baak Naah Chapaat, que fue concebida como el way o alter ego de Unan K’awiil. Pakal asciende por el trono de un árbol que se proyecta hasta las alturas celestes, donde se posa el dios Itzamnaaj, aquí representado bajo un aspecto de ave. Dibujos: Tomados de Ruz, 1973 y Merle Greene Robertson  

Dios del maíz. Esta cabeza modelada en estuco fue hallada sobre el piso de la cripta, bajo el sarcófago. Representa al dios del maíz o probablemente a Pakal II, personificado como esa deidad. Foto: Jorge Pérez de Lara / Raíces

Antepasados de Pakal II. En los costados del sarcófago fueron esculpidas las representaciones de ocho antepasados de Pakal II, entre ellos sus padres. Las figuras surgen de la tierra, a través de los diferentes árboles frutales que se observan a sus espaldas. Dibujo: Merle Greene Robertson

Sarcófago de Pakal II. En la cripta funeraria del Templo de las Inscripciones se encontró un sarcófago monolítico que estaba cerrado por una extraordinaria lápida esculpida. En el interior yacía la osamenta de Pakal II, acompañada de unas 900 piezas de jadeíta, concha, perla y obsidiana que formaron el ajuar funerario: collares, pectorales, muñequeras, brazaletes, una diadema y una máscara, entre otros objetos (que hoy se encuentran en el Museo Nacional de Antropología). La cripta estaba decorada con nueve personajes de estuco, cada uno con un yelmo, un escudo con el rostro del dios G III o Sol Jaguar del Inframundo y un cetro con la imagen del dios K’awiil (G II).  Foto: Jorge Pérez de Lara / Raíces