Veintena 6: Etzalcualiztli (6-25 de junio)

Enrique Vela

Ritos principales

Nombres: Etzalcualiztli, “se come etzalli”.

Deidades asociadas a los ritos: Tláloc, Chalchiuhtlicue

 

En su conjunto, las fiestas celebradas en etzalcualiztli estaban dirigidas a la celebración de la abundancia. En ellas se retribuía a Tláloc –quien representaba el aspecto masculino de la Tierra y era el patrono de las lluvias– por los beneficios que había traído y a la vez se le suplicaba para que hiciera lo propio en los meses por venir. Como además Tláloc era el patrono de los sacerdotes, en etzalcualiztli éstos no sólo eran los sacrificantes principales sino que participaban en otros ritos, como ayunos y penitencias, con un papel protagónico. Además de a Tláloc, Chalchiuhtlicue y los tlaloque, se hacían algunas ceremonias en honor a Quetzalcóatl y Xólotl.

El platillo principal asociado a esta veintena era el etzalli, un guiso de maíz con frijol. De este guiso algunos cronistas no sólo destacan su sabrosura, sino que lo relacionan con la abundancia. Durante las fiestas la gente bailaba y llevaba en las manos mazorcas y ollas con etzalli. Los jóvenes y los hombres que habían demostrado su valentía, se disfrazaban de tlaloques, e iban de puerta en puerta solicitando algún alimento, en especial atole. Esta generosidad puede verse como otra manera de celebrar la abundancia y como una especie de reciprocidad del pueblo con los tlaloques, los que, al final de cuentas, eran vistos como los entes gracias a los cuales se obtenían los frutos de la tierra.

El sacrificio en honor a Tláloc era uno de los ritos esenciales en esta veintena. Se dice que dos personajes que representaban a Tláloc y Chalchitlicue vivían juntos durante 20 días, al término de los cuales y a la medianoche eran sacrificados. Algunas fuentes señalan que en las montañas se sacrificaban entre 10 y 15 infantes. En el Tlalocan, el templo dedicado a Tláloc, se llevaba a cabo a la medianoche el sacrificio de los que personificaban a los tlaloques. Primero se inmolaba a cautivos de guerra, sobre cuyos cuerpos se depositarían los de los tlatoque. Luego, al tiempo que se hacían ofrendas de papeles, plumas y jades, a estos últimos se les sacaba el corazón, los que se depositaban en un mixcómitl, “recipiente de nubes”, de color azul. Después los sacerdotes se dirigían en canoas al aóztoc, “cueva del agua”, un torbellino en el lago, en el lugar llamado Pantitlan, en el que arrojaban el mixcómitl y ofrendas de papel y jades. Al final se lanzaba un incensario con papeles en llamas.

Durante las fiestas de esta veintena, los jóvenes danzaban llevando palos con pájaros en la punta. No se conoce el significado preciso de esta práctica pero podría estar relacionado con los guerreros que tras acompañar al Sol regresaban, a la Tierra transformados en aves. También podría tratarse de una alusión al mítico Tamoanchan.

Una parte importante del esquema ritual de esta veintena eran las ceremonias que se realizaban en honor a Chalchiuhtlicue. En el Tlalocan se fabricaba una efigie de madera, que se vestía con los atavíos propios de la diosa, a la que se le hacían ofrendas. Después se sacrificaba frente a esa efigie a una mujer que personificaba a Chalchiuhtlicue, y que era obsequiada por los vendedores de agua.

Imagen: Etzalcualiztli. Códice Magliabechiano, f. 34r. Reprografía: Gerardo Montiel Klint / Raíces.

Enrique Vela. Arqueólogo por la ENAH. Tiene más de 30 años en el ramo editorial. Actualmente es editor de la revista Arqueología Mexicana,

Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:

Vela, Enrique, “Veintena 6: Etzalcualiztli (6-25 de junio)”, Arqueología Mexicana, Edición especial, núm. 59, p. 48.