Agustín Espinosa
La conservación y la restauración son tareas primordiales para mantener vigente la identidad del país, expresada en sus distintas manifestaciones culturales; su permanente desarrollo requiere de políticas, inversiones económicas para la formación de cuadros académicos, técnicos y científicos que brinden certeza en el futuro.
La historia de la restauración en México se vincula necesariamente con la conservación de los bienes culturales, en los que se encuentran representadas las distintas etapas de nuestra historia que reflejan el mosaico pluricultural que identifica al país ante el mundo. En la Carta de México de 1976 se señala que estos bienes se identifican como “…las manifestaciones artísticas, lingüísticas y musicales; los usos y costumbres de todos los pueblos y grupos étnicos del pasado y del presente”.
Para conservar estos bienes en su plena autenticidad se requiere de formación profesional, aceptación de normas, principios, ética y técnicas de tratamiento, en los que se basa no sólo la comprensión global de un bien cultural sino también la interpretación crítica de los fenómenos de alteración que presentan. El bien cultural tangible susceptible de intervenciones de restauración está compuesto por una estructura material tan simple o compleja, que requiere a través del tiempo de una intervención que asegure su permanencia; no es solamente la materia en que fue realizado lo que debe interesarnos, sino también su apariencia y significado. Para conservar estos dos elementos tenemos que tratar la materia con que fue elaborado el bien cultural para que siga proporcionando información mediante su difusión.
Han pasado casi 50 años desde que se inició la formación académica de restauración en el país. Sin ser el ideal que se ambiciona, se han logrado establecer con muchos esfuerzos las bases jurídicas, el desarrollo técnico-científico y administrativo, que permitirán seguir avanzando en la conservación de los bienes culturales existentes en el territorio nacional. La toma de conciencia y el interés por los valores que encierran estas manifestaciones creadas por el hombre y la naturaleza se reflejan en el registro que ha realizado México ante la UNESCO, con base en la Convención sobre Patrimonio Mundial, Natural y Cultural de 1972 (Patrimonio de la Humanidad, tomos 1-18). Las 34 declaratorias realizadas entre 1987 y 2010, que comprenden monumentos, sitios naturales y tradiciones que identifican a la nación, ubican a México entre los primeros lugares.
Antecedentes internacionales
Convencido de las lagunas de este resumen, se intentará resaltar en unas cuantas líneas los principales aspectos que dieron forma y contenido al desarrollo de las teorías de la restauración, que aunque contradictorias y positivas son las que permitieron el desarrollo actual que disfrutamos a nivel internacional. Entre los teóricos de los siglos XIX y XX destacan principalmente: Viollet-Le Duc, John Ruskin, Camilo Boito, Giovannoni, Cesare Brandi y Paul Philippot, quienes ayudaron a establecer las bases de la normatividad técnica, teórica y ética que se aplica en la intervención de las diversas manifestaciones culturales tangibles en nuestros días. La escuela reconstructiva de Viollet-Le Duc y sus seguidores, contrapuesta a la de John Ruskin de mínima intervención, sigue teniendo repercusiones en nuestro país hasta la fecha; encontramos en diversos casos la reconstrucción sin bases formales y teóricas, que a veces oculta la incapacidad de enfrentar críticamente la intervención estructural y estética que requiere una obra.
Espinosa, Agustín, “Breve historia de la restauración en México”, Arqueología Mexicana núm. 108, pp. 28-32.
• Agustín Espinosa. Licenciado en restauración por la Escuela de Restauración y Museografía Manuel del Castillo Negrete. Ex director de Restauración del Patrimonio Cultural del INAH. Director de la empresa Ciencia y Arte en Restauración.
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