Amediados del siglo VII y hasta el primer tercio del siglo VIII, en un área concreta de Petén (desde la Cuenca del Mirador hasta Calakmul) comenzó a elaborarse un nuevo estilo cerámico cuya principal característica era la ausencia de color en las figuras. Con deleite y pericia los escribas recubrieron con engobe color crema las superficies de las vasijas y las enmarcaron con dos bandas de color rojizo. De esta manera obtenían una superficie semejante a las secciones que preparaban los escribas en los códices de papel amate. Sobre ellas y con finas líneas de color negro-marrón, los virtuosos escribas-pintores dejaron plasmada gran parte de su tradición historico-mitológica. Las tipologías de las vasijas, cuencos, cajetes, vasos, escudillas, en ocasiones jarras y frascos veneneros, serían las que pondrían a prueba la creatividad y habilidad de estos artistas a la hora de reproducir en ellas una escena concreta. Precisamente, por sus características formales y estilísticas similares a las de los manuscritos del Posclásico, este conjunto de vasijas fueron definidas por Michael Coe (1973) como “cerámicas estilo códice”.
Las vasijas estilo códice abordan varias temáticas, entre las que habría que destacar la muerte del dios viejo, el renacimiento del dios de maíz, el sacrificio del Bebé Jaguar y el mito en el que K’awiil atrapa y envuelve con su pierna serpentina a una mujer joven que es acosada por un dios anciano. Por otro lado, están las diferentes narrativas donde intervienen seres sobrenaturales caracterizados como animales y entidades anímicas con connotaciones malignas que, como sugiere Velásquez García (2009), los textos definen como wahyis, “naguales” o “espiritus familiares” (“demonios que se suponen tienen tratos con una persona, y a la que acompañan y sirven”), asociados con los gobernantes mayas. Igualmente, se representan narrativas concretas del Popol Vuh, cuyos protagonistas son los hermanos mellizos. Otro tema recurrente es el de los escribas, que se muestran de perfil, sentados y reclinados mientras escriben códices. Los escribas llevan sus cuerpos adornados con signos de brillo, lo que les relaciona con el mundo fantástico de las criaturas sobrenaturales.
Dentro de la gran variedad de seres sobrenaturales y dioses que participan en estas narraciones mitológicas, hay que destacar la presencia casi constante, bajo diferentes advocaciones, actividades y apariencias, del dios del rayo y la lluvia, cuyo nombre en los textos del Clásico se leería Chaahk.
García Barrios, Ana, “Chaahk en los mitos de las vasijas estilo códice”, Arqueología Mexicana núm. 106, pp. 70-75.
• Ana García Barrios. Doctora por la Universidad Complutense de Madrid. Profesora en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Especialista en iconografía, religión, sociedad y política mayas.
Texto completo en la edición impresa. Si desea adquirir un ejemplar: http://raices.com.mx/tienda/revistas-el-culto-a-los-ancestros-AM106