El periodo Clásico (200-1000 d.C.) se ha dividido en Temprano y Tardío. El Temprano (200-650 d.C.) corresponde a la época de florecimiento teotihuacano, con su fuerte influencia mercantil. Mientras en las nacientes ciudades se concentraban las actividades artesanales, administrativas (políticas y religiosas), comerciales y de servicios, en su entorno se cultivaba buena parte de los bienes de subsistencia. Esto produjo, necesariamente, relaciones desequilibradas que beneficiaron a los grandes centros de población. En ellos hubo un considerable aumento demográfico. La agricultura se hizo intensiva en muchas regiones y aumentaron los cultivos destinados al comercio de las grandes redes. La diferenciación social se profundizó. Aumentó la especialización ocupacional, y con ella el perfeccionamiento en los distintos campos industriales. Las elites gobernantes consolidaron su control político e ideológico, incluyendo en su esfera las instituciones religiosas. El comercio a larga distancia se organizó en redes que influyeron en las economías y políticas locales y regionales. Surgieron las potencias políticas; se desarrolló el urbanismo con planificación rigurosa, y los complejos arquitectónicos fueron masivos y lujosos. Las guerras fueron frecuentes y se utilizaron las fuerzas militares con fines de cohesión. En general, a partir del inicio del Clásico se desarrollaron el calendario, la escritura, la numeración y la astronomía, con el notable predominio de la mitad oriental de Mesoamérica.
El fin del predominio teotihuacano marcó el principio del Clásico Tardío (650/750-1000 d.C.). Teotihuacan siguió siendo un gran centro urbano, pero de ninguna manera su importancia fue comparable con la de su época de esplendor. Ya sin la presión del enorme poder económico teotihuacano, otras ciudades pudieron desarrollarse tanto en el Sureste y en Oaxaca. Fue esta la época de esplendor de la cultura maya. En el Centro de México se repartieron los fragmentos de la antigua red mercantil Cholula, Cacaxtla, Xochicalco y Teotenango. Al final del periodo surgió la metalurgia con técnicas llegadas de Centroamérica y Sudamérica. El final del Clásico lo marcó la sucesiva caída de la mayor parte de las grandes ciudades mesoamericanas.
Durante el Clásico no desaparece la fuerte matriz agrícola de la tradición mesoamericana; pero sobre ella se coloca, como rector, el poder estatal, que incluye entre sus ejecutores un clero fuerte y organizado. La cúpula del sacerdocio dirige el cultivo del conocimiento, al que imprime un carácter religioso. Así lo muestran la arquitectura, la escultura, la pintura y hasta las artes menores, destinadas en gran parte a la expresión de una constante referencia a lo divino y a las relaciones del hombre con los dioses, sobre todo, la estrecha liga entre los poderes mundanos y su fundamentación en la voluntad divina. Esta relación sagrada no está exenta de las referencias a la guerra y a la conquista. Se manifiesta la búsqueda de la voluntad divina en los fenómenos celestes y en el conocimiento calendárico. De esta manera, la observación y registro del movimiento astral, el calendario y las matemáticas se convierten en instrumentos del ejercicio de un poder apoyado en lo divino. El curso del tiempo se convierte en la expresión de las voluntades más trascendentales que ordenan los sucesos mundanos. Los gobernantes, por otra parte, son considerados elementos del aparato cósmico: en Oaxaca destacan las representaciones mortuorias de los gobernantes como eslabones de linajes amparados por la maxila celeste, mientras que entre los mayas los señores difuntos pasan el poder a sus hijos con la personalidad de Árbol Cósmico. En el Centro de México es obsesiva la idea de la presencia divina en la producción agrícola, mientras que el vínculo entre la individualización del poder de los gobernantes se diluye de manera considerable.
En toda Mesoamérica la gran concentración del poder, de la riqueza y del saber especializado hace a las grandes urbes el modelo del que dependen las manifestaciones del pensamiento de centros menores de población.
Principalmente en el Centro de México, se produce en la segunda mitad del Clásico una competencia mercantil que se reparte entre florecientes urbes las antiguas rutas comerciales. En estas urbes, los mercaderes de origen local o extranjero ejercen fuerte presión social, que se manifiesta principalmente en el arte y la simbología en que se integra lo propio y lo ajeno. En esta época se difunde la política regional de gobierno multiétnico, la ideología denominada zuyuana, basada en el origen sagrado común de todos los pueblos.
Alfredo López Austin. Doctor en historia por la UNAM. Investigador emérito del Instituto de Investigaciones Antropológicas (UNAM). Profesor de Posgrado en la Facultad de Filosofía y Letras (UNAM).
López Austin, Alfredo, “3. El objeto de estudio. La cosmovisión de la tradición mesoamericana. Historia de una macroárea: el Clásico mesoamericano ”, Arqueología Mexicana, edición especial, núm. 68, pp. 48-51.
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