“Las Cabezas Colosales revelan un pueblo que tuvo la voluntad de mostrar su permanencia a través de lo que mayormente evoca la superioridad del hombre: su cabeza, recipiente que guarda, en la vida, el poder terrenal y sugiere, en la muerte, el logro de lo sagrado y lo sobrenatural”. Beatriz de la Fuente, 1992.
Arqueología de las cabezas colosales
El secreto de la paila de hierro
A mediados del siglo XIX se halló una enorme escultura de piedra en la hacienda azucarera Hueyapan, en el cantón de los Tuxtlas, estado de Veracruz. Mientras un peón hacía la roza para una milpa, encontró lo que parecía una gran paila de hierro que estaba boca abajo. Al destapar el objeto se supo que el peón había confundido la curvatura de una gran cabeza de piedra con el fondo de una de las sartenes grandes y redondas que se usaban para la cocción del guarapo de caña.
Unos años después del hallazgo, la noticia de la cabeza llegó a saberse por el coleccionista y traficante de antigüedades José María Melgar y Serrano, quien vivía en la cercana comunidad de San Andrés Tuxtla. En 1862 Melgar hizo una excursión para conocer la cabeza, posiblemente con la intención de adquirirla o venderla. En 1869 publicó un artículo titulado “Notable escultura antigua”, en el Boletín de la Sociedad de Geografía y Estadística de la República Mexicana. Dijo que: “…es sin exageración una magnífica escultura… lo que más me impresionó fue el tipo etiópico que representa; reflexioné que indudablemente había habido negros en este país…”.
Ann Cyphers. Doctora en historia por la UNAM. Investigadora en el Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM. Especialista en el periodo Preclásico (Formativo) y, en particular, en la civilización olmeca.
Cyphers, Ann, “Arqueología de las cabezas colosales”, Arqueología Mexicana, Edición especial, núm. 94, pp. 16-22.