Por alguna razón que desconozco, mis amigos del Templo Mayor me invitaron a reflexionar en estas páginas sobre la difusión que a lo largo de 45 años han hecho de las exploraciones iniciadas a partir del hallazgo de Coyolxauhqui. Es un honor. El proyecto Templo Mayor es admirable por varias razones: su persistencia, su búsqueda de la excelencia científica y su compromiso con la difusión. Comparto la idea de que la difusión es un eslabón esencial en todo proyecto que pretenda ser integral y que busque la innovación constante como una manera de enriquecer la investigación y, con ello, sus resultados.
La difusión especializada, como es la de la arqueología, es un camino con numerosos senderos. En el inicio están las características propias del objeto de estudio y, no menos importante, las de cómo se le investiga, pues de ello dependen la calidad de los datos y las interpretaciones que se harán del conocimiento colectivo. Después están los contenidos particulares y los medios específicos en que éstos se difunden. Es en esto donde creo que radica una de las muchas virtudes del Proyecto Templo Mayor y del Programa de Arqueología Urbana: la armonía entre los trabajos realizados con los mejores parámetros científicos y la difusión con productos de alta calidad formal y atenta a la diversidad de los usuarios potenciales.
Esa difusión recae principalmente en dos ámbitos que, cabe señalarlo, de ningún modo son excluyentes. El primero está dirigido a la comunidad científica y el segundo al público en general. En lo que se refiere a la difusión científica, en el caso del Proyecto Templo Mayor nos encontramos ante una historia de éxito, no sólo en el plano nacional sino en el internacional. De ello dan cuenta: el impresionante número de artículos y libros, la organización y participación en una gran cantidad de reuniones académicas en México y el mundo, las muchísimas conferencias dictadas en toda clase de foros o las más de cien tesis elaboradas por los miembros del proyecto. Cabe señalar que varios de esos trabajos han merecido importantes reconocimientos.
Si bien durante cerca de dos siglos se habían hecho hallazgos y exploraciones arqueológicas, para 1978 una muy buena parte de lo que se sabía sobre Tenochtitlan, su recinto ceremonial y el Templo Mayor venía de fuentes documentales, como los códices o las obras de Sahagún y Durán. Nadie puede poner en duda su importancia, pero lo cierto es que la investigación en el Templo Mayor ha generado una suerte de círculo virtuoso en el que los datos históricos y los arqueológicos no sólo se complementan, sino que se enriquecen, para lo que ha sido fundamental la publicación constante y oportuna de los resultados de las investigaciones.
Como he señalado, la cantidad de títulos, producidos directamente por los integrantes del Proyecto Templo Mayor y el PAU, así como los de investigadores externos, publicados a partir de aquellos resultados, es impresionante y todos abundan en nuestro entendimiento de la antigua Tenochtitlan. Quiero destacar aquí algunos de ellos, por su visión integral y porque reflejan a las claras que estamos nuevamente en un punto de maduración de las reflexiones sobre la sociedad mexica y, por ende, de la difusión de sus valores e importancia.
Me refiero, en primer lugar, a Monte Sagrado-Templo Mayor de mis queridos maestros y amigos Alfredo López Austin y Leonardo López Luján. Ésta es, en mi opinión, una obra esencial para entender no sólo al Templo Mayor y su lugar en la sociedad mexica, sino el hecho de que es expresión de una cosmovisión mesoamericana con hondas raíces y con un notable grado de persistencia hasta la actualidad.
Imagen: Cabeza de Coyolxauhqui. Reconstrucción cromática. Museo del Templo Mayor. Dibujo: Julio Emilio Romero. Tlaltecuhtli. Restitución cromática por computadora sobrepuesta a la fotografía digital del monolito. Museo del Templo Mayor. Ilustración: Kenneth Garrett Y Michelle de Anda Rogel / Cortesía PTM.
Enrique Vela. Arqueólogo por la ENAH, editor, desde hace más de 30 años trabaja en el ramo editorial. Editor de la revista Arqueología Mexicana.
Vela, Enrique, “Como una piedra que rueda. 45 años de difusión en el Templo Mayor”, Arqueología Mexicana, núm. 177, pp. 89-90.