Enclavados en pleno corazón de la Selva Lacandona, en el valle del río Lacanhá, a pocos kilómetros de la frontera con Guatemala, yacen los vestigios de esta importante ciudad maya, cuyo apogeo ocurrió en el Clásico Tardío (600-800 d.C.). En comparación con otros sitios del área, como Yaxchilán y Palenque, Bonampak (“muros pintados”) es de reducidas dimensiones, pues ocupa sólo 4 metros cuadrados. Del conjunto sobresalen la Gran Plaza y la Acrópolis. En la primera se levantan varias estelas con representaciones de personajes, quizá gobernantes del lugar, portando elaborados atavíos. En una de las estelas se encuentra representado su último soberano, Chaan Muan II, cuyo mandato comenzó en 776 de nuestra era.
Qué ver
Entre las estructuras de la Acrópolis, construida sobre una colina baja, destaca el Edificio I o Templo de las Pinturas, famoso por sus tres cuartos, cuyos muros están cubiertos
por aproximadamente 112 metros cuadrados de pintura mural, de ahí el nombre del sitio. Los murales han recibido diferentes interpretaciones; sin embargo, la más aceptada asegura que narran una sola historia, que incluye una batalla, sus secuelas y la celebración de la victoria.
En el cuarto 1 se describe la ceremonia de dedicación del edificio. A lo largo de la escena aparecen personajes de alta jerarquía, que se preparan para el evento; se ven músicos con sus instrumentos que animan la presentación y un señor que lleva en brazos a un niño pequeño. En el cuarto 2 se narran las vicisitudes de una feroz batalla (que tuvo lugar el 2 de agosto de 792 d.C.) y la consiguiente presentación y suplicio de los prisioneros. Ahí destaca la presencia de Chaan Muan II ataviado con un tocado de piel de jaguar. En el cuarto 3 se escenifica la celebración del triunfo en la batalla; se ve a los señores de Bonampak con grandes tocados de plumas de quetzal, acompañados de danzantes y músicos tocando sus instrumentos: trompetas, tambores, sonajas y conchas de tortuga. La escena también es dominada por la figura de Chaan Muan II, quien realiza un ritual de autosacrificio, ofrendando su sangre a los dioses.
El entorno del sitio es de espesa selva, la cual da refugio a una abundante fauna, que incluye muchas especies de aves, monos araña y aullador, oso hormiguero, tapir, venado temazate, leoncillo y, en las profundidades de la selva, aún pulula el sagrado jaguar.
Cómo llegar
Desde Palenque se toma la carretera federal 307, hacia Frontera Corozal, hasta San Javier (135 km); y luego hacia la derecha rumbo a Lacanjá-Chansayab; después de 13 km se llega al sitio. Se puede rentar una avioneta en Palenque, Ocosingo, Comitán y Tuxtla Gutiérrez, o en Tenosique y Villahermosa, en Tabasco. En Frontera Corozal se cuenta con servicios turísticos y venta de gasolina en bidones.
David Arrevillaga Ferrer. Nació en 1958 y falleció en 2009 en la Ciudad de México, editor, licenciado en economía por la UNAM. Trabajó en el ramo editorial por 20 años. Fue miembro del equipo editorial de Arqueología Mexicana, desde 1992, año de fundación de la revista, hasta 1996.
Arrevillaga Ferrer, David, “Yaxchilán”, Arqueología Mexicana, edición especial núm. 20, pp. 58-61.