Cíbola, ¿otra Tenochtitlan?

Dana Alexandra Levin Rojo

Las Siete Ciudades de Cíbola

Los primeros indicios de una promesa urbana

Marcos de Niza fue el primer europeo que pisó territorio zuñi y el primero también en formular una imagen detallada de Shiwina-Cíbola. Cabe preguntarse entonces qué buscaba el virrey Antonio de Mendoza cuando lo mandó en aquella dirección. Ciertamente las exageradas descripciones del fraile, que caracterizaban a la provincia como “la mejor y mayor cosa que jamás se oyó”, y su afirmación de que en las comarcas cercanas se tenía “tanta noticia de Cíbola como en la Nueva España de México y en Perú del Cuzco”, fueron la base sobre la que se organizó, en 1540, una costosa y masiva expedición colonizadora bajo el mando de Francisco Vázquez de Coronado, entonces gobernador de Nueva Galicia; pero ¿cuáles indicios tenía el virrey en 1539 para suponer que el noroeste encerraba localidades tanto o más esplendorosas que la recién destruida México-Tenochtitlan? Veamos: Pedro de Castañeda Nájera, uno de los soldados que militaron en la armada de Vázquez de Coronado, afirma en su Relación de la jornada de Cíbola (1560-1565) que los antecedentes de esta empresa se remontan a los tiempos en los que el presidente de la primera audiencia de la Nueva España, Nuño de Guzmán, emprendió la conquista de la Nueva Galicia. Éste lo hizo impulsado por ciertos informes que obtuvo en 1530 de un indio cautivo, natural de los valles de “Oxitipar”, quien aseguraba que en la niñez había acompañado a su padre en un par de viajes comerciales a una lejana comarca septentrional donde había siete pueblos muy grandes con calles de platería. Guzmán nunca dio con este lugar y los excesos de su expedición le valieron perder el puesto de presidente de la Audiencia. Sin embargo, pocos años después, en 1536, llegaron a la recién establecida corte virreinal nuevos rumores que despertaron el interés del virrey Mendoza y de Hernán Cortés, quien por esos años estaba empeñado en una ambiciosa empresa de exploración marítima en las costas de la Mar del Sur. Los portadores de los rumores eran Alvar Núñez Cabeza de Vaca y tres sobrevivientes más de una fracasada expedición a Florida, quienes, después de naufragar en 1528 y vivir como esclavos en la costa de Texas, atravesaron el continente hasta llegar a Culiacán en 1536, y trajeron noticias sobre grandísimas y ricas ciudades que, según algunos de los indios que hallaron en su camino, se levantaban al norte de la ruta que ellos seguían en su desesperado intento por encontrar españoles y regresar a la civilización.

Además de los relatos de Castañeda Nájera y de Cabeza de Vaca, otros cronistas y soldados ofrecen una ex­plicación más para la popularidad de las jornadas que se efectuaron “en demanda de las Siete Ciudades”. Así, Baltasar de Obregón señala, en su Historia de los descubrimientos antiguos y modernos de la Nueva España (1584), que tanto Mendoza como Cortés, y posteriormente otros capitanes como Francisco de Ibarra, conquistador de Nueva Vizcaya, estaban interesados en “descubrir el origen, venida, raíz y tronco de los antiguos culguas mexicanos, teniendo sospecha seria de gran número de indios, poblaciones e riquezas, para sugetarlos al gremio de nuestra santa fe católica”. Asimismo, contamos con referencias documentales acerca de una expedición que Antonio de Ciudad Rodrigo, provincial de la orden franciscana, encargó a dos frailes en 1538, uno de los cuales, se dice, tuvo información de que más al norte de los 35 grados había un país densamente poblado de gente que no sólo vestía algodón sino que tenía casas de tierra de varios pisos y también muchas turquesas. Para verificar todos estos rumores, Antonio de Mendoza determinó encargar a Marcos de Niza una modesta expedición de reconocimiento. Le asignó como acompañante al ex esclavo Estebanico, uno de los tres compañeros de desgracia de Cabeza de Vaca, para que sirviera de intérprete y guía, y le encargó prodigar a los indios un trato amable y llevar registro de todo cuanto encontrase en su camino.

 

Danna Alexandra Levin Rojo. Historiadora por la UNAM, maestra y doctora en antropología social por la Universidad de Londres, Inglaterra. Profesora e investigadora en la UAM-Azcapotzalco. Estudia las relaciones interétnicas en el Nuevo México contemporáneo.

Levin Rojo, Danna Alexandra, “Las Siete Ciudades de Cíbola”, Arqueología Mexicana, núm. 67, pp. 50-55

Texto completo en las ediciones impresa y digital. Si desea adquirir un ejemplar:

Enigma de las ciudades perdidas. Versión impresa.