Esta danza fue introducida en el Totonacapan durante la Colonia. En ella se conmemora la victoria del santo Santiago y el cristianismo sobre los moros y el Islam. Con el paso de los siglos, los campesinos adecuaron su sentido y su coreografía para representar la batalla anual de la planta de maíz frente a la canícula, el periodo en julio y agosto en el que disminuyen las lluvias. Las fiestas dedicadas a Santiago (el 25 de julio) se llevan a cabo en poblaciones de todo el país, en muchas de ellas con un sentido similar al que le han dado los totonacos (basado en Leopoldo Trejo: mna.inah.gob.mx).
El Pilato con su negra máscara representa a la canícula, mientras que Santiago y su caballo dan cuerpo a la nube y vientos blancos que desde el mar traen la lluvia. La lucha entre el inclemente Sol y la protectora nube culmina con la muerte de Pilato y el término de la sequía a manos de Santiago. En este rito agrario la planta del maíz se representa como un niño de corta edad, Galinchi, quien a lo largo de la gesta se agazapa y lucha junto a su protector Santiago. Detrás del rostro negro y barbado de Pilato persiste el milenario temor campesino de que el viento se retire y el Sol se plante. Este traje de Pilato procede de la localidad totonaca de Ceiba Chica, Pantepec, Puebla. MNA (tomado de Leopoldo Trejo: mna.inah.gob.mx).
“Danza de los santiagueros”, Arqueología Mexicana, Especial 77, pp. 58-59.