El Ángel. Un pecio del siglo XIX

Laura R. Carrillo Márquez et al.

El Ángel. Un accidente naval en Banco Chinchorro

Desde el año 2006, la Subdirección de Arqueología Subacuática del INAH, con el apoyo de pescadores y de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, lleva adelante la elaboración de la carta arqueológica de la Reserva de la Biosfera Banco Chinchorro, Quintana Roo. A la fecha, se cuenta con el registro de 69 contextos conformados por naufragios y restos arqueológicos asociados con la tecnología náutica de los siglos XVI al XXI. Entre los naufragios destaca el pecio El Ángel por sus características constructivas, el cargamento que transportaba y sus condiciones de preservación.

Ubicación y entorno ambiental

El Ángel se halla al sur de Banco Chinchorro, frente a la costa sureste de Quintana Roo, a 40 km al este de tierra firme. Sus restos yacen en la laguna arrecifal, a 12 m de profundidad, sobre un arenal rodeado por parches y cordilleras que forman parte del Sistema Arrecifal Mesoamericano, barrera que corre desde las costas de Honduras hasta el norte de la península de Yucatán. Diversas especies de corales, esponjas y algas colonizan los restos de la embarcación, los cuales ofrecen un sustrato idóneo para su desarrollo, fundiéndose en un paisaje marítimo dos componentes indisociables de nuestro patrimonio: naturaleza y cultura material.

El pecio

El Ángel, cuya silueta se percibe desde la superficie, fue descubierto en la década de los setenta del siglo pasado por Manuel Polanco, pescador retirado de Banco Chinchorro. Era un velero de entre 9 y 10 m de manga y al menos 32 m de eslora, con casco de madera, refuerzos de hierro y revestimiento de planchas de aleación de cobre sobre la obra viva, cuyos bordes delinean la forma del pecio en el lecho marino.

Al interior del casco se observan diversos materiales metálicos (principalmente de hierro), de variadas dimensiones. En la proa se encontraban un ancla tipo almirantazgo de 2.6 m de longitud y tres elementos circulares de 1 m de diámetro probablemente relacionados con el sistema de fondeo. Hacia popa se aprecian algunos cadenotes, refuerzos estructurales y dos contenedores cúbicos de hierro de 1.5 m por lado, diversos accesorios del barco y un par de montículos de piedras de lastre, apiladas durante alguna intervención previa efectuada por buscadores de tesoros.

 

Laura R. Carrillo Márquez. Arqueóloga, investigadora de la Subdirección de Arqueología Subacuática del INAH, donde orienta su quehacer hacia la investigación y gestión del patrimonio cultural sumergido. Responsable del proyecto “Inventario y diagnóstico del patrimonio arqueológico e histórico sumergido en la Reserva de la Biosfera Banco Chinchorro, Q. Roo”.

Nicolás C. Ciarlo. Doctor en arqueología por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina. Se especializa en arqueología marítima y en el estudio de la tecnología náutica y bélica, con foco en las innovaciones ocurridas entre los siglos XVII y XIX.

Andrés Zuccolotto Villalobos. Licenciado en restauración y estudiante de la maestría en arqueología en el Colegio de Michoacán. Se especializa en el estudio de la tecnología de producción y uso de revestimientos metálicos en embarcaciones.

Carrillo Márquez, Laura R., et al., “El Ángel. Un accidente naval en Banco Chinchorro”, Arqueología Mexicana, núm. 164, pp. 46-51.