El año bisiesto y la cultura nahua

Rafael Tena

La hipótesis del ajuste periódico análogo al bisiesto

Al respecto, se han conformado entre los estudiosos dos corrientes. Una, encabezada por Alfonso Caso, niega la existencia del ajuste periódico entre los nahua-mexicas, basándose principalmente en la autoridad de Motolinía, quien afirma: “Los indios naturales de la Nueva España, al tiempo que esta tierra se ganó y entraron en ella los españoles, comenzaban su año en principio de marzo; mas por no alcanzar bisiesto, irse hía variando su año por todos los meses”. De manera que, entre los mexicas, el año habría tenido una duración fija de 365 días. Michel Graulich, adscrito a esta corriente, ha formulado la hipótesis de que el calendario festivo utilizado por los mexicas en el momento de la Conquista se remontaba a los años en torno al 682 d.C. Sólo en ese momento habría existido una correspondencia natural entre las ceremonias rituales de los distintos meses y el ritmo de las estaciones y de las labores agrícolas. Mas, por la misma falta del ajuste periódico, para la época de la Conquista se habría creado ya un adelanto de 209 días del año festivo religioso con respecto al año agrícola. Y se requerirá que transcurra un ciclo sótico (“sótico” se deriva de Sotis, nombre egipcio de la estrella Sirio, en la constelación del Can Mayor) de 1460 años de 365.25 días (equivalente a un ciclo de 1461 años de 365 días) para que vuelva a establecerse una cierta correspondencia natural entre el significado de las celebraciones festivas y las estaciones climáticas.

La otra corriente de investigadores (Johanna Broda, Víctor Castillo, Rafael Tena, etc.) se apoya en la autoridad de Sahagún, quien afirma: “Otra fiesta hacían de cuatro en cuatro años a honra del Fuego, que llamaban pillahuanaliztli; y en esta fiesta es verisímil y hay conjeturas que hacían su bisiesto, contando seis días de nemontemi”. La afirmación de Sahagún se corrobora con otros testimonios de las crónicas, y sobre todo con el examen del folio 7r del Códice Telleriano-Remensis, del folio 92r del Códice Magliabechi y de la parte superior de la Rueda de Boban. Además, para que el día de la caída de Tenochtitlan, que tuvo lugar el martes 13 de agosto de 1521, corresponda al día 1 cóatl de 3 calli que registran las fuentes, es necesario tener en cuenta no sólo el día bisiesto europeo del 29 de febrero de 1520, sino también un día “biquinto” de nemontemi al final del año 2 técpatl (1520-1521). A fin de que no se alterara la regularidad cíclica del calendario indígena, es probable que el día “biquinto” de nemontemi llevara el mismo nombre del quinto día de nemontemi que lo precedía (por eso hablamos, en ocasiones, de “días nominales”). Y como la fiesta de pillahuanaliztli, relacionada por Sahagún con el “bisiesto” indígena, caía siempre hacia el final de los años técpatl (según el dato de los Anales de Tlatelolco), en un mismo año hacían su bisiesto tanto los europeos como los indígenas. La única diferencia consiste en que el bisiesto de los europeos caía hacia el principio de su año, mientras que el “biquinto” de los indígenas caía al final del suyo. Pero, aun aceptando la hipótesis del ajuste cuatrienal en el calendario nahua-mexica para el momento del contacto, no sabemos desde cuándo pudo haberse introducido tal práctica.

Así pues, en la hipótesis presentada, el año mexica comenzaba invariablemente el día 13 de febrero del año juliano-niceno. Una vez implantada la reforma gregoriana del calendario europeo, en la actualidad –si quisiéramos efectuar ese ejercicio de reconstrucción– habría que situar el comienzo fijo del año mexica el día 26 de febrero. En efecto, hay que tomar en cuenta la supresión de los días 5-14 de octubre de 1582, y la supresión de los bisiestos en los años seculares de 1700, 1800 y 1900, ambas exigidas por la reforma gregoriana.

Ahora bien, como todos los argumentos que se pueden aducir para probar la existencia del ajuste periódico entre los indígenas se apoyan en datos de fuentes coloniales, algunos autores concluyen que nos hallamos frente a un caso típico de “contaminación” cultural, pues lo que a fin de cuentas se pretendía era asimilar el calendario prehispánico al calendario de los europeos. De modo que este fascinante problema que nos plantea la historia de la ciencia permanece abierto a la discusión, al igual que otros muchos problemas relativos a los calendarios.

Imagen: Glifo de los nemonteni. La ofrenda de papel moteado del extremo izquierdo representa los días quinto y “biquinto” de nemontemi. Códice Magliabechiano, f. 92r. Reprografía: Marco Antonio Pacheco / Raíces.

 

Rafael Tena. Maestro en historia. Investigador de tiempo completo en la Dirección de Etnohistoria del INAH. Especialista en lengua e historia de los antiguos nahua-mexicas.

Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:

Tena, Rafael, “El calendario mesoamericano”, Arqueología Mexicana, núm. 41, pp. 4-11.

Si desea leer el artículo completo, adquiera nuestras ediciones impresa o digital:

Calendarios prehispánicos. Versión impresa.