Ross Hassing
A pesar de las tensiones que surgieron entre los mercaderes y el Estado azteca, los pochtecas fueron sin embargo importantes para la creación del imperio, para los deseos y el estatus de la nobleza, y para cimentar los lazos con las ciudades tributarias. Aunque no la causa del imperio, los pochtecas fueron sin embargo sus asistentes.
Pochtecas quiere decir específicamente la gente del barrio de Pochtlan, donde muchos, aunque no todos, mercaderes vivían, si bien se ha vuelto un término genérico para designar a todos los mercaderes de Tenochtitlan y Tlatelolco. La imagen dominante de los pochtecas proviene, más que de cualquier otra fuente, de la extensa descripción de Sahagún en el libro IX de su monumental Historia general. Pero los pochtecas no eran los comerciantes de todas clases como a menudo se les juzga.
Acarrear todo a pie impuso un costo enorme al transporte en Mesoamérica, de modo que esa masa de productos podía ser llevada al mercado desde no más de dos o, a lo sumo, tres días de viaje. Más allá de esto, el costo de importar artículos relativamente baratos como maíz o frijoles no resultaba práctico.
En consecuencia, la mayor parte de las mercancías que afluían a Tenochtitlan llegaban sobre las espaldas de productores-comerciantes locales, quienes llevaban sus propios productos a los mercados de la ciudad. El grueso de esas mercancías incluía cultivos desarrollados o cosechados en las cercanías y mercaderías utilitarias producidas localmente. Ya que la mayor parte de la clase popular dependía de esos mercados, tales mercancías eran todas las regularmente importantes y todas ellas estaban a su alcance.
Los pochtecas, en contraste, comerciaban con mercancías más costosas y recorrían igualmente mayores distancias. Puesto que comerciaban en largas distancias, a costa de sus fatigosas caminatas al exterior, las cargas de exportación que llevaban sus tamemes alquilados eran relativamente ligeras, y consistían principalmente en mercaderías selectas manufacturadas, como objetos trabajados en oro, gemas talladas y elaborados objetos de plumaria, todo lo cual era ligero en relación con su valor. Las cargas que importaban a su regreso, sin embargo, eran más pesadas, pues consistían en materias primas –plumas, oro y piedras preciosas–, y costaban menos por carga que sus mercaderías dirigidas al exterior, pero eran también indispensables para aprovisionar los trabajos artesanales de Tenochtitlan y fomentar el ulterior comercio a larga distancia.
Hassing, Ross, “El comercio a larga distancia en Mesoamérica y los pochtecas”, Arqueología Mexicana núm. 122, pp. 36-41.
• Ross Hassig. Doctor por la Universidad de Stanford. Se ha especializado en la etnohistoria de México, principalmente sobre los aztecas.
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