El imaginario mexicano en torno a la sexualidad del México prehispánico. El mítico

Felipe Solís Olguín

 

La problemática acerca de la sexualidad entre los habitantes del México prehispánico, en particular las presuntas representaciones del acto carnal realizadas en aquella época, ha sido, a lo largo de los años, tema de interés en conversaciones informales e incluso entre intelectuales o estudiosos de diversas disciplinas científicas. La discusión gira siempre en torno a un supuesto conservadurismo, o bien acerca de la miopía de los curadores o encargados de las colecciones depositadas en los museos mexicanos, quienes ocultan a los ojos de la gente, con un celo excesivamente púdico, los supuestos centenares de objetos que mostrarían el acto sexual en las más diversas modalidades. Esos objetos realizados por las culturas mesoamericanas podrían haber sido esculturas, figurillas modeladas en arcilla, excitantes recipientes destinados a oscuras prácticas, murales que ornamentaban las supuestas alcobas de palacios indígenas, joyería y amuletos propiciatorios de la lubricidad.

Este interés por las prácticas sexuales de nuestros antepasados no es una novedad en el imaginario del mexicano. De acuerdo con información del Archivo Histórico del Museo Nacional de Antropología, a comienzos de la segunda década del siglo XX el licenciado Ramón Mena, por aquel entonces jefe del Departamento de Arqueología del viejo Museo Nacional de la calle de Moneda, solicitó al director de la institución, don Luis Castillo Ledón, autorización para reunir todas las representaciones que, según su criterio, estuvieran relacionadas con el culto fálico.

 

El Salón Secreto

La colección tendría como propósito conformar una sala, que llevaría el nombre de Salón Secreto, de exhibición restringida -seguramente para varones adultos con cierta educación-, cuyo tema central giraría en torno a la veneración o religiosidad que en algunas culturas prehispánicas se dio al miembro viril.

El 5 de octubre de 1921 se concluyó la instalación del mítico salón, localizado en la planta alta del viejo Museo Nacional, y un año después, Ramón Mena finalizó la primera edición del Catálogo del Salón Secreto (Culto al Falo), que se dio a la prensa en 1923.

En el Archivo Histórico del Museo Nacional de Antropología se registra, además de la conclusión del espacio museístico dedicado al culto al falo, una relación de las piezas exhibidas fechada en 1930, de la que podemos inferir que dicho salón se concentraba en una sola habitación y que los objetos prehispánicos estaban dispuestos en los cuatro muros, mientras que los europeos y orientales (que se habían agregado por esta época) se mostraban en vitrinas.

 

Felipe Solís Olguín. Arqueólogo. Director del Museo Nacional de Antropología, INAH

 

Solís Olguín, Felipe, “El imaginario mexicano en torno a la sexualidad del México prehispánico. El mítico salón secreto del viejo Museo Nacional”, Arqueología Mexicana núm. 65, pp. 60-63.

 

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