El mar de la creación primordial. Un escenario mítico y geológico en Palenque

Martha Cuevas García, Jesús Alvarado Ortega

Fósiles marinos que provienen de las formaciones geológicas del entorno de la ciudad de Palenque fueron utilizados en actividades rituales, debido a que parecen haber sido considerados reliquias de una época anterior a la creación actual, un tiempo remoto, mítico, en el que el mundo estaba inmerso en las aguas primordiales.

 

El hallazgo de fósiles en diversas regiones del mundo a lo largo de la historia de la humanidad ha propiciado la generación de distintas concepciones sobre ellos. La convivencia con plantas y animales petrificados o de naturaleza distinta de las especies vivas generó diversas creencias en torno a ellos. Así, por ejemplo, los sacerdotes egipcios usaban las amonitas, llamadas cuernos de Amón, como elementos que permitían tener premoniciones y visiones divinas durante el sueño, idea que surge de la similitud de la concha de estos moluscos con la forma de los cuernos del carnero, animal con el que se representaba al dios Amón-Ra. Asimismo, el sabio chino Shen Kua, en el siglo IX, concluía que los fósiles eran restos de animales marinos, ya que a pesar de encontrarse distantes del mar, en su época debieron estar en una playa de mar; en otras latitudes, Ristoro d’Arezzo aseguraba en 1282 que los fósiles eran restos de seres vivos dejados en las montañas después del diluvio universal (Papavero et al., 1995a; Papavero et al., 1995b; Sour y Quiroz, 2004).

Desde esta perspectiva, la antigua ciudad maya de Palenque es parte importante de la historia de la paleontología, pues en ella se han hecho hallazgos de fósiles marinos. Su estudio permite establecer las edades relativas de los cuerpos de roca portadores o asociados a ellos, e informa acerca de eventos geológicos, cambios geográficos, climas y ambientes sedimentarios antiguos. Toda vez que forman parte de contextos arqueológicos, reflejan vínculos con actividades humanas del pasado y, por consiguiente, resulta relevante indagar el significado y la importancia atribuida a los fósiles marinos por los antiguos pobladores de Palenque.

Fósiles marinos en Palenque

Palenque es la ciudad prehispánica donde hasta la fecha se ha descubierto el mayor número de fósiles marinos en el área maya: alrededor de 40 ejemplares. Los más comunes son dientes de tiburón, espinas de raya y lajas con peces, que fueron utilizados en contextos funerarios o como parte de ofrendas dedicatorias. También emplearon coquina (roca compuesta por restos de origen orgánico) para construir el altar que se encuentra en el piso superior de la Torre del Palacio, y es la materia prima de una estatuilla que procede del Templo de las Inscripciones y de un yugo, en los rellenos constructivos y piedras de los edificios se han detectado otros fósiles, como estrellas de mar, equinodermos y bivalvos. La incorporación de fósiles marinos en actividades de tipo ritual deja vislumbrar que fue en las creencias religiosas, en particular, donde permeó el significado atribuido a los restos paleontológicos.

El Tablero del Templo XIV

K’inich K’an Joy Chitam accede como gobernante de la dinastía palencana en 702 d.C. y una de sus primeras acciones fue la remodelación del Templo XIV, con el propósito de honrar la memoria de su hermano y antecesor, K’inich Kan B’ahlam (muerto en 702 d.C.), y de la madre de ambos, la señora Tz’ak-b’u Ajaw (fallecida en 672 d.C.).

Dentro del santuario de dicho templo mandó colocar un relieve de roca caliza que representaba a los dos notables antepasados: K’inich Kan B’ahlam en postura de danza, y su madre, arrodillada, le ofrece una imagen del dios K’awiil. El primer pasaje del texto glífico principal alude directamente a este acontecimiento, expuesto como una acción mítica ocurrida en el remoto pasado: señala que en 9 ik’ 10 mol, fecha que se remonta a 932 174 años atrás, “ocurrió la primera recepción del dios K’awiil, porque así lo mandó la Señora de la Luna” (uht-i’ yax k’am K’awiil u-kab’-ij-iiy Ixik Uh). Esta expresión parece aludir al hecho de que Kan B’ahlam, muerto, realizó un acto similar al de entronización de los gobernantes, pues el acto de recibir el “cetro de poder” significa que se tomaba posesión de la insignia de mando más importante.

Además, en la escena referida, ambos personajes fallecidos están ubicados en el mar primigenio. Kan B’ahlam y Tz’ak-b’u Ajaw se encuentran sobre una banda con diseños de “cuadretes encimados”, “conchas con puntos” y formas parecidas al glifo fonético le, que en la iconografía maya clásica señala corrientes de agua. Debajo, en una segunda banda acuática, se observan tres cartuchos glíficos que refieren el lugar donde se encuentra la pareja. El cartucho central puede leerse como ti’ k’ahk’nahb’: “la orilla del mar”. En el tablero, por lo tanto, se consigna que al morir, K’inich Kan B’ahlam y su progenitora se trasladaron a una época muy lejana, francamente remota, en la que el mar primordial cubría la mayor parte de la superficie terrestre.

 

Cuevas García, Martha, y Jesús Alvarado Ortega, “El mar de la creación primordial. Un escenario mítico y geológico en Palenque”, Arqueología Mexicana núm. 113, pp. 32-37.

 

Martha Cuevas García. Arqueóloga por la ENAH y doctora en estudios mesoamericanos por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Investigadora del INAH. Realiza investigaciones en el Templo XX de Palenque y está a cargo del proyecto de catalogación, estudio y restauración de las colecciones del Museo de Sitio de Palenque.

Jesús Alvarado-Ortega. Biólogo por la Facultad de Ciencias de la UNAM y doctor en ciencias biológicas por el Instituto de Geología de la UNAM. Investigador en el Instituto de Geología de la unam. Especialista en peces fósiles de México.

 

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