Entre los ritos más importantes de los mayas se encontraban los finales de periodo , usualmente celebrados cada 20 años, que se expresaban por medio de un glifo de mano cuyos dedos centrales estaban doblados, mientras el índice y el meñique se encontraban extendidos. Este signo, leído TZUTZ, tzutz, “terminar, acabar”, derivó probablemente de la postura de manos que adoptaban los gobernantes cuando sostenían la barra ceremonial , objeto ritual estrechamente relacionado con estas ceremonias calendáricas.
Los soberanos mayas solían derramar sangre de sus manos durante los finales de periodo; el líquido era vertido y quemado sobre incensarios o cestas rituales. En la escritura, una forma directa de expresar este acto es por medio de una mano asperjando gotas, cuya lectura es chok, “tirar, arrojar” o “esparcir”. En este doloroso rito, el gobernante estaba secundado por otro miembro de su corte, quien empuña una navaja en su muñeca izquierda.
La quema de la sangre y copal generaba nubes de humo que propiciaban la manifestación de serpientes sobrenaturales de cuyas fauces podía surgir una divinidad o ancestro sacralizado. Los mayas expresaban estos ritos mediante el glifo de una mano sujetando un pescado, cuya lectura es TZAK, tzak, “conjurar”. A primera vista pareciera que no hay relación entre el rito de “invocar serpientes” y el signo de “sujetar pescados”, pero en esta ocasión los mayas se valieron de un hábil juego de palabras, pues la palabra tzak no sólo significaba “conjurar”, sino también “tener, coger” o “agarrar”, e incluso se refería a “unos pescadillos pequeños”.
Tomado de Guillermo Bernal y Erik Velázquez García, “Manos y pies en la iconografía y la escritura de los antiguos mayas”, Arqueología Mexicana, núm. 71, pp. 28-33.