El retorno de Quetzalcóatl

Miguel León-Portilla

La creencia en el retorno de sucesos y personas parece elemento recurrente en el pensamiento mesoamericano. Un ejemplo es la creencia en la restauración o vuelta a la existencia de Soles o edades cósmicas, en las que todo retorna a la vida tras periodos de tinieblas.
De otro retorno habla un texto recogido por Bernardino de Sahagún. Versa él sobre los más antiguos pobladores que habían llegado a Tamoanchan. Allí vivieron por un tiempo hombres sabios. Un día convocaron éstos al pueblo para anunciarle que su dios Tloque Nahuaque había ordenado que partieran con él hacia el oriente. Sus palabras fueron éstas: "Ahora lentamente se va más allá el Señor Nuestro, Tloque Nahuaque. Y ahora también nosotros nos vamos, porque lo acompañamos a donde él va, al señor Noche Viento, porque se va, pero habrá de volver, volverá a aparecer, vendrá a visitarnos cuando esté para terminar su camino la tierra"(Códice Matritense, f. 191r).

Los sabios anunciaron así el retorno del supremo Tloque Nahuaque. De otro retorno muy distinto hablan varios relatos que recogió el mismo Sahagún sobre la llegada de grupos nahuas procedentes del norte. El texto náhuatl no dice que vinieron sino que regresaron, dejando entender que mucho tiempo antes esas gentes habían salido de la región central de México, se habían asentado en el norte, y de allí habían retornado: "Los varios pueblos nahuas también se llaman chichimecas porque ellos regresaron de la tierra chichimeca, regresaron de donde se nombra Chicomóztoc'' (Códice Florentino, f. 149v).

El retorno: mito o realidad

Mucho se ha especulado sobre un supuesto o real retorno de Quetzalcóatl, confundido con Hernán Cortés. Es cierto que esto ha sido puesto más de una vez en duda. El historiador austriaco Víctor Frankl lo niega rotundamente. Aquí aduciré varios testimonios dejando que el lector juzgue por sí mismo. En uno se describe la grande expectativa que se suscitó entre los mexicas cuando llegaron noticias a Tenochtitlan de la aparición por la orilla del mar de hombres blancos y barbados.

Según el Códice Florentino, cuando Motecuhzoma se enteró de la llegada de esos forasteros, en el año 1 caña, "reaccionó como si pensara que el recién llegado era nuestro príncipe Quetzalcóatl" (Códice Florentino, Xll, f. 5v). Consecuencia de ello fue que, al despachar mensajeros a su encuentro, encabezados por el sacerdote de Yohualichan, les ordenara: “Dicen que otra vez ha salido a la tierra el Señor Nuestro. Id a su encuentro[...] He aquí con lo que habéis de llegar al Señor Nuestro: este es el tesoro de Quetzalcóatl" (Códice Florentino, XII, f. 6r)

Enseguida se enumeran los atavíos y tesoros que habían de entregársele, todos relacionados con Quetzalcóatl. Al regresar los enviados, describieron a Motecuhzoma lo que habían contemplado. El soberano mexica comenzó entonces a llenarse de terror. De él se dijo: “ya no supo de sueño, ya no supo de comida. Casi a cada momento suspiraba (...] y decía: ·¿Qué sucederá con nosotros. ¿Quién de verdad quedará en pie?" (Códice Florentino, ibid.). La incertidumbre, quizás el recuerdo del otro retorno, el de Tloque Nahuaque que regresaría para poner fin a la tierra, se le venía al corazón y lo atormentaba. Añadiré que hay otros testimonios indígenas que hablan también de esos mensajeros de Motecuhzoma. Uno, incluido en los Anales de Cuauhtitlán (f. 68) menciona que sus enviados tuvieron a esos forasteros por dioses, entre ellos a Quetzalcóatl.

Dramático fue, meses después, el encuentro entre Motecuhzoma y Cortés. Las palabras del señor mexica traducidas por Malintzin a Jerónimo de Aguilar y por éste a Cortés, parecen confirmar la confusión:

 

Señor nuestro, te has fatigado, te has dado cansancio. Ya has llegado a esta tierra. has arribado a tu ciudad, México-Tenochtitlan. Has venido a sentarte en tu estrado, en tu trono. Por breve tiempo lo guardaron para ti. lo conservaron los que ya se fueron, tus sustitutos [. ..].

Tú has venido entre nubes, entre nieblas. Como que esto era lo que nos habían dejado dicho los señores, los que rigieron, los que gobernaron tu ciudad: que habías de instalarte en tu trono. en tu sitial, que habías de venir acá.

Pues ahora se ha realizado ya. Has llegado con gran fatiga; con afán viniste. Llega a tu tierra, ven y descansa, toma posesión de tus casas reales. Da refrigerio a tu cuerpo. Llegad a vuestra tierra, señores nuestros! ( Códice Florentino, f. 25r).

 

Quien había experimentado hondo terror al conocer la llegada de esos forasteros, sucumbió al parecer al equívoco. Recibió a Cortés como si fuera Quetzalcóatl. ¿Cortés, tuvo conciencia del equívoco? Así lo deja entender lo que escribió en su segunda carta de relación a Carlos V. En dos lugares de ella puso en boca de Motecuhzoma discursos en los que éste declaraba que sabía "por nuestras escripturas" acerca de la partida de un gran señor que los había gobernado y que un día se marchó pero dejó declarado que ''tornaría o enviaría con tal poder que los pudiese constreñir y atraer a su servicio. E bien sabéis que siempre lo hemos esperado y, según las cosas que el capitán nos ha dicho de aquel rey y señor que le envió acá [...], tengo por cierto [...] que aqueste es el señor que esperábamos" (Hernán Cortés, 1963, p. 68).

Las actuaciones de Cortés pusieron pronto en evidencia el supuesto o real equívoco. Pretendió él derrocar a los dioses del Templo Mayor; se apoderó del tesoro que se guardaba en el palacio de Axayácatl y, lo más grave, encadenó a Motecuhzoma. En ausencia de Cortés, Pedro de Alvarado realizó la matanza del Templo Mayor. Al regreso de Cortés, obligó éste a Motecuhzoma a hablar con su pueblo con el fin de apaciguarlo. Fue entonces cuando el soberano mexica recibió una pedrada en la cabeza que, según unos dijeron, le causó poco después la muerte. Otros, en cambio, atribuyeron su fin a cuchilladas que le dieron los españoles antes de salir huyendo de la ciudad.

La creencia en el retorno de Quetzalcóatl, si realmente se dio en el ánimo de Motecuhzoma, o si fue sólo un agregado legendario en la historia, plantea interrogantes difíciles de responder. En todo esto jugaron papel importante los mitos. Recordemos el relato sobre la aparición de Tezcatlipoca a los mensajeros que había enviado Motecuhzoma. Y no olvidemos los presagios funestos, entre ellos las voces tristes de la diosa madre, la mujer que llora. Del lado de los españoles hubo también relatos portentosos, como el referente a la aparición del señor Santiago en su caballo blanco, auxiliando a los hombres de Castilla.

Retorno o ensueño, el hecho es que Motecuhzoma, desoyendo los consejos de su hermano Cuitláhuac, recibió a Hernán Cortés y lo aposentó como huésped en el palacio de Axayácatl. Así comenzó el gran drama de la Conquista de México.

Miguel León-Portilla (1926-2019). Doctor en filosofía por la UNAM. Miembro de las academias mexicanas de la Historia y de la Lengua, del Colegio Nacional y de la National Academy of Sciences, E.U.A. Autor de numerosas publicaciones y profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Miembro del Comité Científico-Editorial de esta revista.

León-Portilla, Miguel, “El retorno de Quetzalcóatl”, Arqueología Mexicana, núm. 53, pp. 54-57.

Si desea adquirir un ejemplar