Quechula, Chiapas, un templo del siglo XVI que se niega a morir
En lo que toca a la “iglesia antigua”, como le llamaban los pobladores, el trabajo consistió en el desmonte del espacio interior del templo y en la limpieza de algunos motivos arquitectónicos con el fin de hacer una descripción referencial para los pozos arqueológicos excavados en el interior y alrededores, en busca de antecedentes prehispánicos, en este caso de filiación histórico-cultural zoque (Navarrete y Lee, s/f). Por la fecha en que se llevó a cabo este esfuerzo por llevar la arqueología más allá del terreno prehispánico, viene a constituir una labor pionera en el desarrollo de las investigaciones de arqueología histórica en México.
Breve historia
El templo colonial de Quechula es un ejemplo de edificación evangelizadora, una joya perdida de la arquitectura religiosa de Chiapas. Pequeña hermana de la de Tecpatán, es la más sólida y elaborada de todas las edificaciones religiosas levantadas a lo largo de la cuenca del Grijalva a partir del Cañón del Sumidero. Si Chiapa, como puerto fluvial y terrestre, destacaba a los ojos del viajero por el espléndido templo de Santo Domingo, Quechula –en el otro extremo del río– contaba con una “casa de Dios” digna de lucimiento.
De la historia del templo hay pocas referencias; suponemos que su construcción y funcionamiento tuvieron que haber pasado por los mismos afanes y dificultades que ocurrieron con las demás fundaciones dominicas. Esta orden, pese a haber llegado a Chiapas en 1537, no inició la tarea evangelizadora sino hasta 1545, con el arribo del grupo de frailes encabezados por fray Bartolomé de las Casas.
Las primeras misas debieron celebrarse en locales improvisados, como enramadas u otras construcciones sencillas hechas de materiales perecederos como horcones, varas, techo de zacate o palma, y al principio quizá sin paredes. Al irse formalizando se agregarían muros de bajareque o adobe, aunque la cubierta siguiera siendo vegetal. Después vendrían tejas y bóvedas.
De Quechula desconocemos las fechas de fábrica, pero si el convento de Tecpatán se fundó en 1564, lógico es que su dependiente administrativo fuese posterior, ligeramente posterior, pues entre ambas hay semejanzas notables. De acuerdo con fray Francisco Ximénez (1931), el constructor de la cabecera fue fray Antonio de Pamplona, quien “juntó los pueblos de Tecpatán y los demás de los zoques [...] más de cincuenta años trabajó en aquel convento”.
No es pensable que su experiencia de alarife la hubiera invertido únicamente en Tecpatán, donde vivió tantos años. Por su cercanía geográfica y afinidades estilísticas pudo haber trazado y dirigido la edificación de la iglesia de Quechula. Entre la fundación de Tecpatán y su muerte en 1606 tuvo tiempo suficiente para hacerlo.
Imagen: La base de la cruz y la fachada del templo de Quechula recién desmontadas durante las exploraciones de 1966. Foto: Carlos Navarrete.
Carlos Navarrete Cáceres. Doctorado Honoris Causa por la Universidad de San Carlos de Guatemala y por la UNICACH, Chiapas. Coordina los proyectos: “Cristos negros mesoamericanos. Esquipulas: origen, difusión y culto popular” y “Rutas de comunicación prehispánicas en las Tierras Altas mayas”. Investigador en el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM.
Esta publicación puede ser citada completa o en partes, siempre y cuando se consigne la fuente de la forma siguiente:
Navarrete Cáceres, Carlos, “Quechula, Chiapas, un templo del siglo XVI que se niega a morir”, Arqueología Mexicana, núm. 182, pp. 16-23.