Eduardo Matos Moctezuma
Frente al Museo Nacional de Antropología en la avenida Reforma de la ciudad de México se observa una monumental escultura en piedra al que la gente llama comúnmente “Tláloc”, aludiendo así al dios del agua entre los mexicas. Este monumento fue trasladado desde el lugar en que se encontraba, en una cañada cercana al pueblo de Coatlinchan, estado de México, hasta el museo. Para su traslado se necesitó una plataforma rodante con 64 llantas para poder soportar la enorme mole, cuyo peso se estimaba en varias toneladas. El día del desplazamiento, 16 de abril de 1964, llovió copiosamente, lo que dio pie a los diarios de comentar acerca de que Tláloc enviaba agua por el traslado de la pieza. Un nuevo mito iba a tomar carta de naturalización en el imaginario colectivo, pero ¿se trata realmente del dios del agua, Tláloc?
Hagamos un poco de historia. En pleno siglo XIX y principios del XX la pieza en cuestión había creado polémica, pues eruditos como Alfredo Chavero y Leopoldo Batres se habían enfrascado en una terrible disputa acerca del monumento. Los sarcasmos, que casi llegaban a insultos, se dieron de manera implacable. Veamos un ejemplo tomado de un folleto de don Leopoldo:
El Sr. Lic. Chavero acaba de publicar su duplica en un diminuto y neo-greco cuadernito, en que, ofuscado por su derrota, vuelve á la carga, defendiéndose como puede y empleando las armas de siempre: el sofisma. Comienzo por perdonarle el agravio que me ha querido hacer llamándome libelista y falsario, y sin rencor entraré de lleno en la cuestión; pero antes suplico al Sr. Chavero que al leerme procure tener calma, porque en la polémica se necesita primero que todo, cachaza y buena intención (Batres, 1905).
Así se las gastaban ambos personajes. Todo comenzó con la referencia que hace Chavero sobre el monolito de Coatlinchan publicado en el tomo I de México a través de los siglos (Chavero, 1884). Cabe señalar que este monumento se localizó al oriente de la Cuenca de México, en el municipio de Coatlinchan, cercano a Texcoco, a pocos metros del arroyo de Santa Clara. Pero continuemos con tan interesante asunto. Conforme a lo asentado por Chavero: “se trataba de una estatua colosal de Chachiuhtlicue, de 7 metros de altura, 3’80 de ancho y 1’50 de espesor, que es el ídolo antiguo más grande que conocemos [...] tiene destruidas las manos y estropeado el rostro [...] Tiene además el inmenso monolito en las manos un instrumento, que parece debía sonar soplando en él” (Chavero, 1884, pp. 663-664). Su descripción se acompaña con un dibujo de, ni más ni menos, José María Velasco, por entonces dibujante del Museo Na- cional.
No contento con lo dicho por Chavero, don Leopoldo Batres inicia la excavación del monolito el 10 de junio de 1903 y encuentra un piso sobre el que debió de asentarse la escultura, además de huesos de infantes y “juguetillos de barro” colocados frente a la figura. Con los datos obtenidos de la excavación, don Leopoldo arremete en contra de Chavero, tomando en cuenta los siguientes puntos: 1) la identificación de la deidad representada en el monolito; 2) las medidas que le atribuye; 3) el supuesto instrumento que porta en las manos; 4) la confusión que se genera por lo dicho por el franciscano Torquemada acerca de un ídolo blanco y otro negro, a los que hacen alusión los dos polemistas.
Por su parte, Batres considera que se trata de Tláloc, argumentando que lo que porta la escultura es un máxtlatl, una prenda masculina, y agrega que Chavero: “trastorna los sexos, pues la estatua de Coatinchán pertenece al sexo masculino y no al femenino...”(Batres, 1903, p. 5). Además aduce a su favor los hallazgo de los restos infantiles que, como sabemos, se dedicaban al dios de la lluvia. Dice así don Leopoldo: “Este descubrimiento nos daría el derecho de creer que se trata de un Tláloc, puesto que junto a él se encontraron ejemplares del tipo del género de víctimas que le sacrificaban” (Batres, 1903, p. 10). También nos dice que la pieza es tolteca (recordemos que por aquel entonces lo teotihuacano se consideraba así), mientras que Chavero la incluye en los capítulos dedicados a lo mexica y su época. En cuanto a las medidas, hace ver que las que Chavero proporciona están mal, ya que el monumento tiene 7 m de altura, 4.41 de ancho máximo y 3.92 de espesor, por lo que sí hay notoria diferencia entre ambas mediciones. En lo que se refiere a la descripción de Chavero, Batres arremete y cita lo dicho por don Alfredo acerca de que “tiene destruidas las manos” y de que “Tiene además el inmenso monolito en las manos un instrumento que parece debía sonar soplando en él”, a lo que Batres continúa diciendo: “¿Si no tenía manos porque están destruidas, como puede tener en ellas un instrumento?” (Batres, 1903, pp. 5-6). A estos argumentos Chavero responde en 1904 lo que provoca la fulminante respuesta de Batres con la que empiezo esta nota.
Creo que en varios de los puntos mencionados don Leopoldo tiene razón, aunque tengo dudas en lo referente a la deidad de que se trata. Es cu-rioso que Batres no la compare con la enorme Chalchiuhtlicue que él trasladó en 1890 desde Teotihuacan al Museo Nacional, pues quizá éste sería el monumento con el que podría compararse tanto por su tamaño y peso (se le calcularon 21 toneladas) como por algunos rasgos del trabajo en piedra que guardan cierta semejanza. Aunque diversos autores han opinado acerca del tema, la verdad es que el monolito de Coatlinchan no permite, por sus características, que se emita una opinión definitiva sobre la deidad de que se trata.
Para leer más…
Batres, Leopoldo, ¿Tláloc?, Inspección y Conservación de Monumentos Arqueológicos, Secretaría de Justicia e Instrucción Pública, México, 1903.
Batres, Leopoldo, Contestación a la duplica del Sr. Lic. Alfredo Chavero en la controversia del monolito de Coatinchán, Imprenta de Fidencio S. Soria, México, 1905. (Agradezco a Leonardo López Luján haberme facilitado los dos trabajos de Batres.)
Chavero, Alfredo, México a través de los siglos, tomo I, Ballescá y Comp. y Espasa y Comp., México, 1884.
Chavero, Alfredo, El monolito de Coatlinchan, México, 1904.
Eduardo Matos Moctezuma. Maestro en ciencias antropológicas, especializado en arqueología. Fue director del Museo del Templo Mayor, INAH. Miembro de El Colegio Nacional. Profesor emérito del INAH.
Matos Moctezuma, Eduardo, “¿Es Tláloc la escultura que está en el Museo Nacional de Antropología en Chapultepec?”, Arqueología Mexicana núm. 124, pp. 88 – 89.
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