Esta deidad femenina, igual que la Luna (u’ o uh), a la cual estaba íntimamente asociada, era un ser multifacético. Sus imágenes la muestran como una mujer joven (Luna creciente) o como una anciana (Luna menguante). Era patrona de los oficios característicos de su género, especialmente los relacionados con la concepción, el embarazo y el parto, pero igualmente era deidad de la medicina, los textiles, la pintura, las aguas, el arco iris, la fertilidad de la tierra y la noche. Como diosa vieja también tenía un aspecto destructivo que provocaba catástrofes e inundaciones.
Fue esposa de Itzamnaaj (así se muestra en las vasijas policromas), por lo que se le identifica como una diosa madre. Con estos atributos, pero sin relación lunar, en los textos del Templo de la Cruz en Palenque se menciona a Muwaan Mat como progenitora de los tres dioses (GI, GIII y K’awiil).
En el Clásico se representó como una mujer joven dentro de un signo lunar y, en alguno de los casos, cargando un conejo, símbolo por excelencia de la Luna. Su importancia es evidente en las imágenes pintadas en vasijas, en las que aparece participando en varios acontecimientos míticos. Además, se considera que muchas de las numerosas figurillas femeninas estilo Jaina y Jonuta son expresión de su culto.
Sin embargo, es en los códices del Posclásico donde encontramos la mayor diversidad de sus imágenes, acciones y atributos. Conocemos varios nombres, acordes con sus advocaciones: Sak U’ Ixik (Señora Luna Blanca); Chak Chel (Arco Iris Grande); Ix Chebel Yax (Señora del Primer Pincel), e Ix Chel (Señora Resplandeciente o Señora del Arco Iris).
Tomado de Tomás Pérez Suárez, “Dioses mayas”, Arqueología Mexicana núm. 88, pp. 57-65.
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