Jumiles

Enrique Vela

Los jumiles de Taxco se desarrollan sobre los tallos y entre las hojas secas de los encinos pequeños. En el cerro del Huixteco el insecto es tan abundante que llaman jumileros a los nativos. Ellos, por su parte, celebran el día del jumil el 5 de noviembre. Estos insectos abundan de noviembre a febrero y desaparecen con las primeras lluvias, despiden un olor fuerte que se intensifica al tocarlos.

Cuando los recolectan, los guardan en canastones cubiertos con mantas ralas de algodón y se los rocían con agua para mantenerlos vivos, pues mueren pronto fuera de su ambiente. En el mercado los venden envueltos en hojas verdes de cucharillo (Quercus urbani), bien atadas para que no se escapen.

Los jumiles morelenses (Euchistus zopilotensis) son más pequeños, se encuentran en Cuachichinola y en Jamiltepec, donde se crían entre la humedad de las peñas del cerro. Se venden en los mercados de Cuautla y Cuernavaca. Para conservarlos, los echan en ollas de barro tapadas con hojas de maíz y les ponen una rama de laurel para entretenerles el hambre. Abundan durante el invierno.

Los jumiles también se comen tostados, acompañados de limón y sal, o en salsa de tomate de cáscara y chile guajillo. Asimismo, se preparan tostados y molidos con chile para espolvorear los alimentos y no falta quien se los coma vivos, en la creencia de que curan la dispepsia y las erupciones de la piel.

Castelló Yturbide, 1986, p. 118

A esta pormenorizada descripción sobre el consumo actual de los jumiles, habrá que añadir que una chinche muy similar se come en los poblados de la Montaña de Guerrero, como Chilapa, donde se le llama chumilín. Ahí se le prefiere viva y se unta sobre la tortilla para que haga las veces de una salsa de buen picor.

Enrique Vela. Arqueólogo por la ENAH, editor, desde hace 30 años trabaja en el ramo editorial.

 

Vela, Enrique (textos y selección), “Jumiles”, Arqueología Mexicana, edición especial núm. 86, pp. 48-49.