La conversión de 7 Mono a don Domingo de Guzmán

Bernardo García Martínez

Don Domingo de Guzmán cumplió sus cuarenta años en 1550 estando al frente del gobierno de Yanhuitlán, un pueblo de la Mixteca Alta. Debió de haber tenido sólo diez años cuando los conquistadores españoles aparecieron en 1520. Entonces su nombre era 7 Mono, o Xa Ñuhu en su nativa lengua mixteca. Los frailes dominicos que lo bautizaron hacia 1529 le asignaron el nombre cristiano de más lustre en su orden (con el don y hasta con apellido) por ser de familia real: era hijo de la señora 1 Flor (Ca Uaco) y hermano de la señora 2 Casa (Co Cuahu). Por dos generaciones el trono de Yanhuitlán había sido ocupado por mujeres, si bien éstas gobernaron con sus esposos. El de Co Cuahu, 6 Movimiento (Nu Qhi), era rey de Tamazola. Se les conoció después como doña María Cocuahu y don Diego Nuqh.

Era común que los nombres se combinaran o substituyeran. Aun el topónimo del pueblo era relativamente nuevo: la voz nahua Yancuitlan había desplazado al nombre nativo Yodzocahi cuando los mexicas sometieron militarmente al pequeño reino mixteco en 1486. Éste quedó desde entonces como tributario, aunque conservó su linaje gobernante y amplia autonomía. La dominación española llegó tres décadas después, imponiéndose de modo pacífico como un reemplazo en el que nuevos amos tomaban el lugar de los anteriores. Lo mismo ocurrió en los pueblos vecinos de la Mixteca Alta y el valle de Oaxaca. Como el interés inmediato de los españoles era recibir tributos y servicios, respetaron los linajes nativos y dejaron a cada pueblo encargarse de su –gobierno interno. Pero los españoles tenían además un motivo religioso, el cual asoma tras los nombres cristianos que impusieron no sólo a las personas sino también a los pueblos, de donde derivó el Santo Domingo Yanhuitlán que ha llegado hasta nuestros días.

Las mudanzas en los nombres eran un mero reflejo de las transformaciones que los tiempos traían. Habían ocurrido violentas y terribles sacudidas, pues los españoles usaron de la fuerza en muchos casos, sacando provecho de sus armas de fuego, y transmitieron enfermedades que en algunas partes mataron a más de la mitad de la población y en otras a toda. 7 Mono se libró de esos males, pero experimentó la novedad de muchas cosas y circunstancias que por primera vez llegaban a su mundo y que se originaban en los acontecimientos que los españoles llamaban conquista: trigo, azúcar, hierro, carros, ganado, esclavos africanos, sólo por mencionar algo. Otra novedad era la lengua castellana, que a veces cambiaba el significado de los conceptos; por ejemplo: en mixteco, Yanhuitlán era un ñuu, y esa voz se pudo haber traducido como reino, señorío o tal vez principado, pero los españoles usaron la palabra pueblo como sinónimo. A los reyes o señores se les denominó caciques.

7 Mono pasó por la conquista con relativa calma y fue nombrado cacique a la muerte de su hermana. De hecho el heredero era su sobrino, pero, como era un niño, tocó a 7 Mono hacerse cargo del gobierno durante la minoría de edad de aquél. A su tiempo le habría de entregar el título y el mando. En esto, como en otras cosas, viejas leyes y tradiciones seguían vigentes en Yanhuitlán, cuya dinastía gobernante se remontaba al siglo xi y habría de permanecer en el poder hasta 1629. La estabilidad de que disfrutó 7 Mono no estuvo, sin embargo, exenta de problemas. Hacia 1544 la Inquisición lo hizo detener bajo el cargo de practicar idolatría, poligamia y sacrificios humanos, si bien la acusación no llegó a fundamentarse y sólo pasó un año encarcelado en la ciudad de México.

Bernardo García Martínez. Doctor en historia, profesor de El Colegio de México y autor de obras sobre historia de los indios, historia rural y geografía histórica. Miembro del Comité Científico-Editorial de esta revista.

 

 

García Martínez, Bernardo, “La conversión de 7 Mono a don Domingo de Guzmán”, Arqueología Mexicana, núm. 26, pp. 55-58.

 

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